Coloquialmente caerse del guindo significa enterarse de algo obvio. Hace algunos días el regidor capitalino anunciaba que convertiría la vieja y ruinosa estación de autobuses en un aparcamiento público. Cuando algunos, como este columnista, abierta y gratuitamente, escribió ya hace cinco años (El destino de la vieja estación de autobuses, noviembre de 2020) que debería ubicarse allí un aparcamiento, no solo dio la callada por respuesta, sino que se permitió en foros domésticos desechar la idea, manteniendo ilusoriamente que en dicho espacio se instalaría una gran empresa de servicios que en primera persona estaba gestionando (hasta Andalucía se acompañó de una comitiva municipal para visitarla y analizar su implantación), hasta el punto de reservarles no solo la antigua estación, sino también la dotación de 110.000 m2 en la parte más oeste del polígono industrial de Vicolozano dentro del irrealizado plan de fomento. Despejadas las dudas de la empresa, sigue el erre que erre.
El recientemente aprobado y tardío plan de movilidad incluye aparcamientos disuasorios en plaza Santa Ana; Centro de Recepción de Visitantes y vieja estación de autobuses (50% para residentes). La nueva reorientación de dicha zona no debe impedir hablar de fracaso en lo que a política empresarial e industrial se refiere, a lo que se suma la pérdida de oportunidades con un retraso de más de cinco años, como poco –lo único que no puede permitirse la ciudad es perder más el tiempo–, en haber tenido un aparcamiento que debería haber coincido, ya este año con la peatonalización urbana y la implantación de la Zona de Bajas Emisiones.
Dice el refrán que rectificar es de sabios, aunque en este caso sabio, lo que es sabio, no es característica del primer edil sino más bien estrategia electoral (el plan Cogotas para evitar sequias teniéndolo aprobado y financiado lo ha dejado caer), pues su interés ahora es ajeno a la originaria manera de pensar. En la mitología griega –Tiresias– cuando uno cambiaba tanto de opinión se afirmaba que la terquedad es sinónimo de estupidez. Sabio o ignorante, la ciudad no puede ser gobernada a impulsos, ni opinando un día sí, al siguiente no, y al tercero…
Bienvenido un cambio que parte de cero. La parcela –previamente debe derribarse la desusada instalación–, fuera del catálogo de protección del casco histórico se sitúa en un área de alta densidad residencial. Con 3.856,00 m2 de superficie y varios usos urbanísticos, se sitúa en la principal arteria de entrada a la ciudad. Convendría no perder la ocasión de hacer un proyecto singular (subsuelo, suelo y vuelo) rentable –para lo público y lo privado– y no un mero y ordinario contenedor en altura de vehículos. No digo que sea un Moneo –infausto recuerdo–, pero la ciudad, con obras como estas, debe salir de la vulgaridad en que se encuentra.