El 14 de abril de 1931, tras los resultados de las elecciones municipales del día 12, las principales ciudades del país proclamaron la Segunda República, algo que vino acompañado de la marcha del rey Alfonso XIII. En Ávila, los comicios dieron la victoria a los partidos monárquicos, algo que no ocurrió sin embargo en Salamanca o en Segovia donde vencieron las formaciones antimonárquicas y donde, en este último caso, el propio Antonio Machado participaría del triunfo del republicanismo. Lo mismo ocurriría en la mayoría de las capitales de provincia, lo que llevaría a concluir al día siguiente que España se había acostado monárquica y se había levantado republicana.
En las elecciones constituyentes, celebradas en junio de ese mismo año, fueron elegidos en Ávila cinco diputados, de los cuales tres desempeñarían un destacado papel en la vida política del país durante los años siguientes: Francisco Barnés Salinas, Nicasio Velayos y Claudio Sánchez-Albornoz. El primero de ellos llegaría a ser ministro de Bellas Artes, mientras que Velayos, nacido en Cardeñosa, sería el encargado de redactar la primera reforma a la Ley para la Reforma Agraria (medida estrella del nuevo régimen político), donde puso en práctica sus ideas proteccionistas sobre el campo castellano. Sánchez-Albornoz, por su parte, llegaría a dirigir la Universidad Central (futura Universidad Complutense), sería ministro de Estado, embajador en Lisboa y, ya en el exilio, presidente del Consejo de Ministros.
La reforma agraria no afectó enormemente al campo abulense, en manos de pequeños y medianos propietarios y muy alejado del sistema de grandes latifundios existente en otros lugares como Andalucía. Ello conllevó la pervivencia del caciquismo y no permitió poner en práctica muchas de las reformas pretendidas por los diferentes gobiernos republicanos, en medio de un contexto ampliamente conservador que, entre otras cosas, no alteró tampoco la posición de la Iglesia, a pesar de la laicidad del Estado. Los dos prelados abulenses que ocuparon la cátedra abulense durante esos años, Pla y Deniel y Moro Briz, mantuvieron una postura conservadora aunque poco intervencionista en la vida política, a diferencia de lo que ocurría en otras diócesis españolas. Ello permitió la celebración de importantes eventos para la vida social y religiosa de la ciudad, como la coronación canónica de la Virgen de Sonsoles, celebrada en agosto de 1934. Tampoco las fiestas en honor de la Virgen de las Vacas se dejaron de celebrar, ni siquiera en el contexto de evidente inestabilidad de 1936.
La situación cambiaría con el inicio de la guerra y la detención del alcalde socialista Eustasio Meneses, principio de la persecución que vendría después.