–A ver, sigo sin entenderlo, repítemelo… ¿Por qué sacamos un paso con la imagen del primer teniente de alcalde en vez de la del Jesús Nazareno de Medinaceli?
–Bueno, ya le escuchaste, fue él el que dijo hace poco que lo suyo era un mandato de pasión y penitencia.
–Ya, pero nosotros somos una cofradía de Semana Santa.
–Claro, pues eso, es la semana de la Pasión, de la Penitencia, ¿no lo coges? ¿Qué mejor tema para un paso?
–No sé, no lo veo. ¿Y Nuestra Señora de las Angustias? Con lo guapa que es, con la talla tan bonita que tenemos, y del siglo XVI… No digo que la concejala de Economía y Hacienda sea fea, no, pero ¡ponerla en el lugar de la Madre!
–Hay que actualizarse, hombre. Además, más angustias está pasando la pobre que la virgen, que en el fondo estoy seguro de que sabría que su hijo resucitaría. Pero las cuentas municipales… a ver quién las resucita, con la que está cayendo.
–Ya, ya. Entonces lo del alcalde metido en el Santo Sepulcro será por el presupuesto, ¿no?
–Lo vas pillando. Nos dijo que quería estar aislado, concentrado, preparándose para la cuestión de confianza.
–¿Y el Cristo de las Murallas? ¿Por qué no lo sacamos? Nadie tendrá nada contra el Cristo de las Murallas.
–Quita, quita, ¿no ves que han subido la entrada a ocho euros? Nos saldría la cosa por un ojo de la cara; al no ser el chico de Ávila ni poder empadronarlo –no veas cómo se enfadaron en el Vaticano cuando lo sugerimos– tiene que pagar. Estamos estudiando lo de la tarjeta turística, a ver si para el año que viene…
–Pues vaya lío de Viernes Santo, yo no lo esperaba así. Al paso que vamos nos van a quitar la categoría de interés turístico internacional.
–Qué va, tranquilízate, ¿cuántas Semanas Santas conoces tú en España tan interesantes como esta?
–Mira, ya es la hora, por fin salimos … ¡Juan, Luis, poneos en la fila, aquí delante!
–Espera, ¿dónde vais? Todos no podéis procesionar. ¿No recordáis que intentaron reducir la subvención municipal a un tercio? Mejor irse acostumbrando a las cosas de los políticos: que solo salga uno de cada tres cofrades.
–…¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!