David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


Ceca

26/06/2024

Una breve encuesta hecha a mi alrededor, con el mismo rigor y verosimilitud que las del CIS, no se engañen, indica que este verano todo el mundo va a estar de la Ceca a la Meca. Se espera un verano de playas llenas, destinos saturados y aeropuertos con colas. Un día me preguntaron, y no es broma, acerca de lo que había hecho durante mis vacaciones. Para contar una mentira motivadora, no hay más que poner un rictus de interés y usar un par de palabras que cautiven al oyente. A aquella chica que me preguntó le dije: he hecho un tour por Oriente. La Meca como destino me defraudó un poco pero la Ceca es apasionante, con sus mezquitas semiocultas y sus ritos ancestrales entre los muros construidos por los antiguos sátrapas. Mi interlocutora quedó asombrada de mi sapiencia y a buen seguro (si no lee esta columna) todavía pensará que la Ceca es un destino ideal para viajeros curiosos e intrépidos. Algún día viajaré a la Ceca, seguirá pensando.
Los viajes son como el sexo o el gazpacho. Allá cada uno con sus ritos, sus costumbres, sus ingredientes y sus gustos. Es un tema de intereses personales y manías. Ya ni opino ni aconsejo. La moda, sin embargo, es la contraria: todo el mundo es influencer de algo y se ve en la necesidad de mostrar cualquier bobada que se ha descubierto por el mundo: un callejón ruinoso lleno de gatos, un restaurante con fotos de tullidos o una escalinata donde se rodaron veinte segundos de una película que tampoco he visto. Los gustos de la mayoría no suelen coincidir con los míos, y los míos, salvo en la espléndida y enigmática ciudad de La Ceca, no coinciden con el resto. Atrás quedaron aquellos tiempos en que las librerías estaban repletas de guías de viajes de cuatrocientas o más páginas llenas de información, de pintores, de detalles. El viajero actual, salvo excepciones, es de brochazo: la misma foto, el mismo sitio, la misma experiencia.
Malos tiempos para los viajes, y mala fama para el turismo. Tanto que nadie quiere definirse como turista. Aunque coincidas en el mismo lugar y a la misma hora con otros siete mil como tú, jamás te definirás como turista. El turista es siempre otro. El turista actualmente es el enemigo, el que arruina ciudades y paisajes, por mas que los ayuntamientos hagan lo indecible por atraerlos. A la hora de la verdad nadie es turista. Todos andamos por la Ceca, ese viaje increíble y solitario que jamás haremos. Y ya menos. Felices vacaciones, feliz turismo, si es posible.