Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


Cáritas somos todos

27/04/2024

El pasado día 24 se cumplieron sesenta años del nacimiento de Cáritas Ávila, como iniciativa de la Diócesis, para garantizar la dignidad de todas las personas, dar visibilidad a las situaciones de vulnerabilidad, que, por distintas causas, se producen y reaccionar de manera efectiva ante ello.

En 1964 España no tenía mucha relación con el resto del mundo, atravesaba una coyuntura nada buena, que llevó, también a muchas familias abulenses, a vivir situaciones complicadas. Bastantes municipios carecían de lo que ahora vemos imprescindible, como red eléctrica y agua corriente lo que obligaba a sus vecinos a alumbrarse con velas, templar la casa con el calor que desprendían las chimeneas de las cocinas, braseros y botellas con agua caliente para las camas. Con cubos, cántaros y garrafas acudían a las fuentes o al rio a recoger agua para el aseo personal y cocinar.

Esta penosa situación "invitó" a muchos habitantes de pueblos abulenses a abandonar, a su pesar y con tristeza, los lugares donde nacieron, en busca de otras poblaciones, con la esperanza de encontrar mejores oportunidades de vida para ellos y sus familias. El éxodo, además de a nuestra Ciudad, se dirigió en gran parte hacia Vizcaya, Guipúzcoa, Cataluña y también a países extranjeros, como Francia y Alemania, donde lograron en gran parte lograr sus objetivos y donde muchos se asentaron definitivamente allí, aunque vuelvan a sus pueblos en verano.

En ese 1964, ante la situación de las personas más vulnerables, que malvivían en Ávila, la Diócesis decidió no quedarse de "brazos cruzados" y se unió a la organización de Cáritas española, creada por la Conferencia Episcopal, para abrir sus puertas en la calle de San Segundo 44, donde ahora se encuentra la Residencia "Tellamar" de las Cruzadas de Santa María. Allí entregaban leche en polvo, ropa, alimentos básicos y los que llegaban desde Argentina a quienes los necesitaban.

Desde entonces han cambiado su domicilio y no han cesado en su ayuda, aunque la situación es diferente a la de hace sesenta años, para ofrecer a las personas necesitadas una vida mejor y un futuro más digno. El perfil del usuario, que acude a Cáritas Ávila, es distinto. Ahora el 80 por 100 de ellos son migrantes en situación irregular y demandantes de protección internacional. El otro 20 por 100 familias abulenses, que, año tras año, viven en la pobreza y carecen de todo recurso

Cuenta con 34 trabajadores -educadores, psicólogos, enfermero, auxiliares de enfermería, y abogados- y cerca de 300 voluntarios, quienes hacen posible la acogida, escucha, atención primaria y gestión de ayuda para satisfacer esas necesidades básicas. Se preocupan por paliar situaciones de soledad no deseada de personas mayores y personas sin hogar. Atienden a reclusas y exreclusas con distintos talleres y un piso de acogida, puente entre el centro de Brieva y el mundo exterior durante sus permisos penitenciarios. También a personas drogodependientes. Tiene programas para infancia, juventud y familia en tres parroquias y otro de empleo para orientar y formar a personas a quienes ponen en contacto con empresas abulenses y lograr su inserción laboral.

Para poder llevar a cabo estos programas solidarios cuentan con financiación de las administraciones, aportaciones de donantes, empresas e Instituciones, fuentes privadas y de la Iglesia pues la solidaridad no es algo puntual dos días al año, es parte de la sociedad en beneficio de otra parte de esta y necesita que los abulenses la veamos y sintamos como algo nuestro. Cáritas somos todos.