Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


Grogui en el cuadrilátero

05/12/2023

Ha transcurrido casi un primer semestre de la nueva legislatura local y así, como ese boxeador –peso pesado- que deambula a duras penas sobre el cuadrilátero, se encuentra el regidor abulense. Grogui. Después de un primer golpe bajo (pleno de organización), vino uno segundo en forma de gancho directo de izquierdas (no aprobación de ordenanzas fiscales). No ha tocado, aún, la lona, pero su juego de pies se muestra lento, está adormecido y a merced del adversario, que lleva la iniciativa, lo que le hace estar alejado del centro del ring y contra las cuerdas. 
Su imagen de fajador –corta distancia e intercambio de golpes–, en estos primeros inicios de su segundo mandato ha dejado paso a un púgil defensivo y arrinconado que utiliza la táctica conocida como clinch para sujetar al oponente, abrazándose, como medida defensiva, para evitar o disminuir los ataques. Desde su rincón, lo más que están consiguiendo es atender las heridas –políticas–, ofrecerle agua y consejos en cuanto a la táctica y estrategia para cada round. Si la pelea es con un zurdo, conviene dejarle la iniciativa de ataque esquivando hacia el lado derecho. Si el contrincante es de los que espera, el manual pugilístico dice que hay que pelear a distancia, amagando con las manos y fintando con el cuerpo. 
Para el próximo asalto –presupuesto municipal– quien defiende título ha decidido salir de su rincón mediante una maniobra defensiva cubriéndose con sus puños el rostro para evitar los golpes. Pretende alargar la pelea mediante una moción de confianza –golpe de jab– que el mismo propondría al pleno municipal de no aprobarse, en la forma y manera que quiere, el presupuesto para el próximo ejercicio. Esta estrategia pugilística solo puede utilizarla dos veces en su combate –mandato– y nunca en el último año –round–. Un uso limitado que le obligará a tener que entrenar otros movimientos de puños y mejorar la rapidez de sus pies para no desequilibrarse. 
Una opción que no creo llegue a plantearse, pues con independencia de un resultado negativo, la sola discusión de la misma dejaría muy al descubierto uno de sus lados para el resto de rounds que quedan hasta el final de una legislatura que se va a hacer muy larga. Atrapado quedaría, también al destaparse sus escasas dosis de acuerdo y consenso mostrando al público asistente una de sus grandes debilidades. Sin embargo, la hipotética cuestión de confianza tiene visos de evitarse ya que la más minoritaria formación del consistorio está dispuesta a darle el aire necesario moviendo desde su esquina la toalla de arriba hacia abajo.
De no aprobarse el presupuesto, el golpe le haría caer en la lona y la cuenta atrás para seguir sería inevitable. De tener que votarse la cuestión de confianza –inédita– y no salir adelante, el alcalde recibiría un crochet que lo dejaría definitivamente KO, antes de que suene la campana. Resguardado en que sus contrincantes tengan que atacarle con una obligada moción de censura (un mes después de yacer en la lona) con un casi improbable candidato alternativo, o no (la legislatura 1983-87 con tres alcaldes hubo un reparto de concejalías entre AP y PSOE), su estrategia dejaría sentada a su oposición en su propio rincón. Una victoria a los puntos que le permitiría retener, por el momento, el cinturón hasta el próximo round.