Podía haber sido cualquiera de los dos -PSOE o VOX-. Por Ávila se decantó por VOX como aliado para sacar sus ordenanzas y presupuesto. Desde que las urnas de mayo-23 arrojara el resultado -mayoría simple- Por Ávila necesitaba un socio. La formación local internamente está divida entre quienes preferían contar con los socialistas -4 concejales- (cuentan en su base electoral con un buen puñado de miles de votos de la izquierda), y quienes con la derecha extrema -3 concejales-. Se ha impuesto ideológicamente la familiar opción ultraconservadora.
La memoria suele ser frágil. El programa electoral de VOX para Ávila Capital (publicado en este periódico) proponía: «Menos Impuestos: compromiso de bajar el IBI un 8,6%; bajar otros impuestos y tasas para no perjudicar a las clases medias y trabajadora. Atraer inversiones; reducir el gasto ineficaz (reducir asignaciones y asesores). Consideraban el PMUS (ZBE) la puntilla; revitalizar comercios y el Mercado de Abastos; rehabilitación de edificios en mal estado y ruinosos; nuevos y rehabilitados espacios deportivos…».
El pacto, confuso e impreciso, no tiene ni una sola de esas medidas con las que VOX -se traicionó y traicionó- consiguió los votos de los ciudadanos de Ávila. Al contrario, su apoyo a la gestión municipal de PorAvila lleva consigo la implantación de ZBE; ninguna partida para rehabilitaciones urbanas, tampoco para equipamientos e infraestructuras deportivas y si por el contrario una muy taurina estocada impositiva «hasta la bola» y por supuesto nada de nuevas empresas, ni inversiones, ni de la solución del agua con el despedazado Plan Cogotas, entre otras necesidades.
Es falso y tendencioso quienes argumentan, en pos de este pacto, que así Ávila tendrá servicios de calidad. Un canto al aire sin base alguna y sin fundamentos. La subida impositiva la absorbe el capítulo uno del presupuesto (sueldos y salarios). VOX tampoco consigue la ejemplaridad política pues ni se quitan asesores, ni se bajan sueldos ya que el 10% de bajada queda anulado con las subidas de IPC anual en los tres años que quedan de legislatura.
Los abulenses dieron sus votos a VOX para que tuviera una diputada nacional -silente y esfumada-; un procurador en Cortes -ausente-; tres concejales en la Capital -desvanecidos- y un diputado provincial -disperso-. Resultados en estado de evaporación. La pregunta es si realmente VOX es la VOZ de los abulenses. Su discurrir a partir de ahora apunta hacia la nada y sus verdes concejales al grupo de no adscritos. No es que el pacto moleste como se ha afirmado, sino que lo firmado y sus firmantes son pura incoherencia. Pues eso, confusión, lenguaje oscuro y difícil de entender -guirigay- y una dulce muerte voluntaria ante las ofensas cometidas -harakiri-.