El 2020 y 2021 nacieron con pandemia debajo del brazo. El 2022 aterrizó con la mayor emergencia humanitaria en Europa de las últimas décadas como consecuencia del conflicto en Ucrania. Y yo confié en ti, 2023. Había puesto en ti toda mi fe y esperanza. Creí que podías ser más tranquilo, pausado. Que te dejarías saborear, como un café de media tarde. Que serías dulce como la miel y aventurero de autocaravana. Pero jamás esperaba este final de año de ti.
Me dijiste en enero que todo pasaría. Que traías grandes cambios y muchas dosis de paz y concordia. Pero… ¡Ay, amigo! Me has tenido engañada hasta el final. Y ahora me vienes con la traca de fin de fiesta.
Me has enseñado mucho, para ser sinceros. Entre tú y yo, he de decir que me has hecho más fuerte, más valiente, menos temerosa. Pero creo que, lo de ponernos a prueba a cada minuto, tampoco es necesario.
Mi querido amigo 2023, ¿por qué no has acabado con las guerras? ¿Por qué has sembrado discordia? ¿Por qué te alimentas de la desazón, la envidia y la cobardía? No he llegado a entender las respuestas que has dado a muchos de los conflictos que tenemos entre manos. Y, sinceramente, me va a costar justificarte delante del 2024 cuando se presente a tomar las uvas en casa el próximo 31 de diciembre.
Hijo mío, no has sido bueno y lo sabes. No podemos pretender una cosa y luego hacer otra. No puedes decirme que quieres la paz en el mundo y llenar un año de ataques en Ucrania. No puedes tener en tensión a todo el planeta con una crisis humanitaria sin precedentes en Oriente próximo, sin tregua, sin cordura, sin temor a ser juzgado. ¡NO PUEDES!
No puedes provocar un terremoto en Marruecos y otro en Turquía con tan poco espacio de tiempo. No puedes permitir el sufrimiento humano entre guerras que defienden banderas de la sinrazón. ¡NO PUEDES! ¡NO DEBES!
Como madre, te intentaré defender y sacaré tus puntos fuertes. Haré un lavado comercial, una puesta a punto de marketing. Busco lo bueno que hay en ti: cada amanecer, cada maravilloso atardecer, cada día que me alumbraste, cada luna llena. Pero me viene a la mente tanto horror, que me asusta pensar que el próximo año siga con esta herencia envenenada.
¡2024! te hablaré con cariño, como se canta una nana. Te diré las cosas con ternura, como se explica a un niño. Te daré opciones de vida como se trata a un adolescente. Pero una vez que seas adulto, no repitas lo que han hecho otros Años. No sigas el camino de la discordia mientras puedas elegir el camino de la alegría. No siembres odio donde puedas cultivar amor. No crees crispación donde puedas amasar concordia. No apuestes por batallas dónde nadie gana.
Tienes 365 oportunidades de ser cada día mejor. Tú, que no cierras por vacaciones, que abres 24 horas al día, tienes la ventaja de ser cada día tu mejor versión. ¡No dudes! ¡Apuesta todo al siete de corazones! Sé el cambio que necesita esta década. Llevamos 3 años viviendo de pesadillas y necesitamos que pongas de tu parte para que las cosas cambien de rumbo. Yo, por mi parte, aportaré mi grano de arena, sembraré. Pero necesito nieve en enero, sol en primavera, agua de mayo, calor en verano, amarillo y ocre de otoño. Necesitamos que vuelvas a ser "el año" con sus cuatro estaciones, sus noches de frío y sus días soleados. Sé tú. No necesitamos nada más. Te dejaré crecer, hacerte mayor. Te dejaré sentir, creer y crear. Pero no te olvides que año como tú, solo hay uno. Y el cambio puede estar en ti.
Sí, vale, tienes razón. El cambio también puede estar en mí. Pero, por favor, dime que lo pensarás. Dime que al terminar la uva número 12 el hechizo de la Cenicienta termina. Y la calabaza volverá a tener los pies en la tierra, y la mente en el mundo. Que el corazón volverá a latir, que la razón volverá a existir. Que al sonar la última campanada que nos anuncia que ya has nacido, dejaremos el zapato de cristal para volver a la normalidad. No te pido un cuento de hadas, no quiero encantos (ni desencantos). No te pido una relación idílica ni un enamoramiento a primera vista. Solo quiero, 2024, volver a soñar.
Gracias 2023 por tu aprendizaje. Te recordaré siempre.
Bienvenido 2024, confío en ti. Brindo por nosotros y lo apuesto todo al siete de corazones.