Podía empezar como comenzaban los cuentos de mi niñez, «erase una vez…», cuando llegado el día 27 de diciembre, conmemoración de san Juan Evangelista, gentes de toda España, y por supuesto de Ávila, nos íbamos acercando a la iglesia del Inmaculado Corazón de María, mas conocida, por abreviar, iglesia del I.C.M., a una misa tardía, a la una de la tarde, gente mayor o de mediana edad, solos o acompañados de sus esposas, y también de algún hijo. Saludos fraternos, recuerdos, abrazos, y acabada la misa, donde se hacía la lectura de los fallecidos desde la última vez, y se cantaba, el himno de la Juven a todo pulmón. Y de la misa, a la mesa, en el comedor del hotel Cuatro Postes, para dar cuenta de las viandas ya apalabradas, todos lo mismo, con alguna variante, precio único que se pagaba en recepción, y colocados en mesas de a ocho de los más conocidos, se hablaba de todo, incluidos chistes. Al postre, se citaba al agraciado aquel año del diploma conseguido por méritos habidos, hablando de sus recuerdos. Las conversaciones terminaban con las despedidas de los que se habían trasladado desde lejos, que debían regresar no demasiado tarde, y los demás, como mochuelo a su olivo. Se cambió la fecha de la reunión, pues en esos días de diciembre, aparte de que podía hacer malísimo, estaban llenos de otras reuniones y comidas, de empresas o de familia, y no todo el mundo podía desplazarse hasta Ávila; así que, con buen criterio se decidió que fuera el tercer sábado de enero. La invitación se recibía por carta, hecha por los encargados, voluntarios y cuidadosos, que tenían la dirección de casi todos. Nunca podremos agradecer lo suficiente a estas personas la labor que hicieron, mantenedores de la tradición.
Este año no he recibido ninguna invitación para reunirnos; la última fue el 18 de enero del año 2020, año de la pandemia, y no ha vuelto a haber más. ¿Por qué?. Un parón significa que entremedias han ocurrido cosas, las cosas del tiempo, te haces más viejo, otros ya no pueden por enfermedades o porque se les acabó la ilusión, otros se fueron al mas allá. Y así no se puede acabar. esta asociación que se creó en 1946, por don Jesús Jiménez Pérez, con tres años de sacerdocio, y nombrado por el Obispo don Santos Moro Briz, su secretario, y al que ya estuvo unido para siempre. Yo entonces tenía nueve años. Entre otros encargos fue el organizar un grupo juvenil, cuando en Ávila en esos años no había nada no político, bajo la denominación de Aspirantado de Acción Católica, para todos «LA JUVEN», con su insignia, que los sabedores de heráldica dirían que es de estilo francés moderno, relleno de pasta blanca con los bordes metálicos dorados, donde solamente está ocupando todo el espacio, el lábaro cristiano o crismón, formado por las dos letras iniciales en griego y cruzadas, del nombre de Jesucristo, la X y la P, insignia que había de ganarse a pulso, y cumpliendo la normativa, pues toda organización debe tener sus reglas, que entre otras, estaba según los sellos del carnet, la de entrar gratis al cine que se proyectaba en el salón, donde también acudían chicas, y que todos dejábamos tapizado el suelo de cascaras de pipas. Los sábados, sabatina en los locales cedidos por el Obispado, a la derecha según se entra por la puerta cochera, y sello al carnet; los domingos, misa en la iglesia de la Magdalena, otro sello al carnet; si había alguna reunión, otro sello. Pero como los monjes de san Benito de «ora et labora», no todo era rezar, sino que también había juegos, de mesa, de salón, billares, mesas de pin-pom, otros juegos más sencillos, y en verano ¡ah, en verano!, el baño en la piscina del campo de la JUVEN, tierras de labor cedidas por la Diputación, que entre muchos tapiamos, cercamos, nivelamos, hicimos caseta, captación de la preciada agua, campo de fútbol y de baloncesto, plantación de árboles, etc., mas allá de las tapias de santo Tomás, por donde ahora hay una calle dedicada a don Jesús Jiménez (no confundir con don Jesús Jiménez Bustos) otro magnifico sacerdote, pupilo y nacido de la JUVEN, y su sucesor. Lo que hizo don Jesús Jiménez Pérez, fomentando el deporte, tubo su recompensa años mas tarde, al concederle la medalla nacional de plata al mérito deportivo, que fue impuesta en un solemne acto, es un decir cuando reina la camaradería, por el mismo Adolfo Suárez, antiguo miembro de la JUVEN, que vino a Avila a compartir la comida con tantos, sin política, reunidos más de doscientos, en los salones del hotel Cuatro Postes. No me atreveré a decir que su estancia breve en la JUVEN, pudo hacerle como era. Pero ¿por qué no? (Ver mi artículo «Anecdotillas de Adolfo», de hace diez años)
Asociación mas democrática que ésta, no la habido y menos en estos tiempos. Allí fueron los que luego serían, arquitectos, ingenieros, magistrados, comisarios de policía, negociantes, militares de toda graduación, futbolistas famosos, maestros, catedráticos, periodistas, un jefe de protocolo, mecánicos, gestores, agricultores, médicos, directores y empleados de banca, hosteleros en todas sus ramas, todos de arriba y de abajo, no importaba lo que fueses, y hubo hasta un presidente del Gobierno Adolfo Suárez, que volvió otro día, ya para siempre, a los claustros de la Catedral.
Los buenos cuentos solían terminar: «fueron felices, y comieron perdices». Y nuestro cuento no puede terminar como el humo de una fogata de llama intensa, que sube, sube, … y se pierde en las alturas.