Gabriela Torregrosa Benavent

Cosas veredes

Gabriela Torregrosa Benavent


De urnas y sillas

01/05/2023

El destino ha querido que redacte la primera entrada de esta colaboración que inicio hoy con Diario de Ávila cuando estamos a las puertas de una cita electoral. Aunque si en tiempos pasados resultaba más sencillo determinar cuándo entrábamos en el período de campaña, ahora eso se relativiza y se alarga hasta abarcar la llamada precampaña (de duración indeterminada, cuyo pistoletazo de salida suele coincidir con la designación de los candidatos) e incluso lo que algunos han venido a denominar la pre-precampaña, un tiempo prolongado que puede incluso superar el año, en el que los aspirantes se van postulando, ya sea con gestos más o menos sutiles o con declaraciones inequívocas.
Pero como el calendario no miente y quedan poco más de cuatro semanas para pasar por las urnas, me han venido a la mente escritores que han dado el paso de presentarse como representantes de sus vecinos. Si Unamuno fue concejal por Salamanca o Julio Verne por Amiens, Baroja lo intentó hasta dos veces por la localidad navarra de Bera sin conseguirlo. En tiempos más recientes, han sido alcaldes Luz Gabás (de Benasque) y Federico Moccia (de Rosello), y en la actual legislatura Martín Casariego ha ostentado una concejalía en el ayuntamiento de Madrid. Muchos otros han ocupado escaños en el parlamento nacional o en los autonómicos, como Marta Rivera de la Cruz, Larra o María de la Pau Janer.
Muy lejos está de ser la profesión literaria la única de la que se abastecen las filas de los elegibles por sufragio. Deportistas, cantantes, actores, toreros, periodistas, médicos, profesores universitarios… perfiles de lo más variados se prodigan en las listas cada vez con más asiduidad y lo que hace décadas podía parecer exótico o novedoso, ahora se acepta con total naturalidad en una sociedad cada vez más diversa, donde las tareas requieren de equipos multidisciplinares.
Eso sin duda trae consigo cosas buenas, porque a la política, como premisa irrenunciable, siempre se debe venir a aportar, no a recibir. Llegar con el rico bagaje de una experiencia laboral propia, con una trayectoria previa en el campo que sea, con la vida resuelta y con el loable objetivo de poner un granito de arena para resolver las vidas de los demás. Eso permite a las personas ejercer el puesto un tiempo limitado con la tranquilidad de tener dónde volver después, y las hace más libres y valientes para actuar en conciencia, sin ataduras a dictados. Eso evita la angustia de la incertidumbre al ver acercarse el límite temporal de un mandato, las reacciones desproporcionadas de despecho si no se es elegido, y el baile de siglas como si fuera el famoso juego de las sillas: que al dejar de sonar la música cada vez más candidatos se sienten donde les cuadre, por la espuria razón de que es donde les han ofrecido continuar. Los principios propios, a lo Groucho Marx, si no convienen estratégicamente en ese momento, se cambian por otros sin el más mínimo sonrojo, y vuelta a empezar. 
Los ayuntamientos son las instituciones que todos sentimos más cercanas y cuyas decisiones nos tocan en nuestro contexto más íntimo (nuestra casa o establecimiento, el parque donde paseamos, el estado de limpieza, iluminación y pavimentación de nuestra calle, el tránsito de nuestro vehículo, el mantenimiento del colegio de nuestros hijos y el del cementerio donde yacen nuestros abuelos). Por eso, si me permiten el símil, deberían concebirse en el imaginario popular como comunidades de vecinos en las que todos se van rotando en los órganos de dirección y gestión. Siempre es más fácil criticar desde fuera y todo se valora de forma más justa, coherente y razonada cuando uno mismo ha experimentado lo que supone desempeñar un cargo. 
Restan pocas semanas para votar, pero en ellas nos queda mucho por ver, en realidad lo esencial, como un necesario debate entre candidatos (si quieren de verdad convencer por lo que valen); y mucho por leer: como ciudadanos responsables tendremos que analizar sus programas y dirimir si son proyectos de verdad o solo letras que, el 29 de mayo, se llevará el viento.