Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


El aeródromo de Ávila

05/03/2024

Cuando recordé el otro día en el artículo Las piscinas de la Juven", la "charca de aviación", también recordé algo del aeródromo militar que hubo en el Valle Ambles, pues es parte de nuestra historia, que muchos intentan borrar. Este tema surge de vez en cuando, y hay estudios sobre el mismo, como el de José Belmonte "Avila, en la guerra civil". En las bóvedas del Carmen, junto al Parador, en la exposición "Avila. Piedra sobre piedra", se colocó un panel explicativo del Aeródromo "Cruz de los Llanos". Yo me referiré a mis recuerdos de niño.

Del aeródromo de Avila se sabe muy poco de su efectividad durante la guerra, pese a la importancia que entonces tuvo. Uno de los lugares nacionales, mas próximo al Madrid republicano, era Avila. Y aquí vino parte de la Legión Cóndor, 5.000 hombres y mucha aviación, pues en la mente de Hitler estaba la formación y experiencia aérea de lo que sería la II guerra mundial, y para acondicionar un aeródromo con pistas de tierra, que sirviera de base a distintas operaciones. Sus miembros se repartieron por distintas casas de abulenses que los albergaron, además de otros lugares, como el hotel Ingles, después Continental, y hoy cerrado, por la existencia de algunos restos arqueológicos; el Monasterio de santo Tomas, el colegio público Santa Teresa, algunos pisos en el Mercado Grande, lo que fuera el Casino Abulense, y ahora oficinas de Bankia, y otros. El sitio ideal era el Valle Ambles, del que se tomaron, mediante confiscaciones a sus propietarios, los terrenos comprendidos entre la margen izquierda de la carretera de Sonsoles, que dejaba en su mitad "la cruz de los Llanos", única que queda in situ de un antiguo viacrucis, y de la cual tomó el nombre el aeródromo, hasta la curva donde se inicia la subida al santuario. Por el lado norte y este, se siguió el camino paralelo al rio Chico, donde se encontraba la ya mencionada "charca de aviación". El lado sur era mas estrecho, donde se instalaron los barracones para la tropa y oficiales, dos depósitos de combustible, y otras dependencias, y refugios antiaéreos de hormigón. Se construyó una gran nave para polvorín o almacén de bombas, así como dos hangares y se instalaron varios puestos de ametralladoras por todo su perímetro. Se cita también la colocación de una ametralladora en la torre de la catedral, que no he podido comprobar en las actas capitulares. Todo ello se encuentra detallado en un plano a escala 1:10.000, del Archivo Histórico del Ejército del Aire. Recuerdo, años después de terminada la guerra, haber visto un avión todo negro, posiblemente de vuelo nocturno y grandes pilas de bidones (¿), así como un monolito de hormigón hexagonal, que pudo tener la veleta de orientación en los despegues. Y al destacamento militar de aviación, donde algunos abulenses hicieron la mili, y que cubrían parte del recorrido de las grandes procesiones, junto a los soldados de antigás, que tuvieron su cuartel, en la Escuela Normal de Magisterio. De los propietarios de aquellas tierras, recuerdo a uno, Manolo Nieva, simpático solterón, que algunas veces llegaba a caballo hasta el Mercado Chico, al bar El Liceo, para tomar unas cañas con los amigos, pues le pillaba cerca de su domicilio en la c. Reyes Católicos; y posiblemente alguno de los Aboin, que dominaban toda esa zona de Sonsoles.

Como consecuencia de la estancia de la Legión Condor en Avila, esta fue varias veces bombardeada por la aviación republicana, con aparatos pilotados por rusos, después de que las sirenas sonaran y fuéramos a refugiarnos a los sótanos del ayuntamiento. Bombas que cayeron en varios sitios causando víctimas, como en Colegio de la Milagrosa, o en el Monasterio de santo Tomas, donde se encontraba una escuela de Alféreces Provisionales, que tenían la emisora de radio en lo que hoy es la primera habitación entrando en el Archivo de la Provincia dominicana del Santísimo Rosario, que comprende también Japón y Filipinas, muy interesante, junto al claustro del Noviciado. Otras veces hubo mas suerte, cuando las bombas no explotaban, como las caídas en la iglesia de san Juan, según consta en una placa cerámica, en la parte delantera derecha.