Como decíamos ayer, el verano ha pasado y aunque estancados en el buen tiempo del veranillo de San Miguel un tanto prolongado, es otoño en algunas zonas y nos queda el consuelo de saber que siempre es verano en algún lugar. Así como el sol sale cada día, aunque no siempre es visible a nuestros ojos.
Como decíamos ayer, las vacaciones han dejado muchos frentes abiertos, demasiadas crisis no resueltas y muchos besos no consentidos. Hemos ganado un mundial de futbol, y otras medallas que no han tenido tanta repercusión, pero que también son oro puro en la lucha contra la desigualdad. Se sigue debatiendo sobre derechos, sobre la lucha, sobre lo que queda por conseguir para cambiar mentalidades y superar barreras que parecía que ya habíamos saltado hace años. Mientras tanto en Afganistán las mujeres siguen sin poder ir a la universidad (entre otras perlas en derechos) y en Irán los no-velos son de valientes. Quizá remover cosas que parecían ya superadas puede ser el camino para descubrir los senderos del respeto y de la lucha global que aún tienen atajos que no llevan realmente a la libertad.
Como decíamos ayer, nuevos ataques masivos a población civil en Ucrania, y añadimos a la lista otras 50 personas asesinadas, entre ellas un niño de 6 años. Los coles abrieron allí, en algunos lugares en la propia estación del metro para no tener que huir a los búnkeres y hacer de cada corazón un refugio de sentimientos encontrados. Y mismo día, con unas horas de diferencia, un dron ataca en Siria en una guerra civil de 12 años de barbarie, dejando 89 personas en otra lista fatídica que no tiene fin. Nada nuevo bajo el sol en unas crisis que no debemos (ni queremos) dejar en el olvido.
Las llegadas a El Hierro, en las últimas horas, incesantes llegadas a las costas, y otras nuevas rutas boscosas por toda Europa. El mundo envuelto en una frontera que no sabe de caminos, pero sí de corazones rotos, botes de miedo y noches de marea alta.
Se reaviva un incendio en Canarias por otro octubre de récord histórico en temperaturas. Ya ves como si las consecuencias humanitarias y ambientales del cambio climático, tampoco hubieran tenido vacaciones de verano, o se han estancado en un verano que ya abarca más de 3 meses del año y empieza a ser una estación demasiado larga, una OPA hostil al otoño que ya parece estar desaparecido.
Al menos entre tanto drama, hoy resuena en mi alma Marina Heredia. Lorca en el centro de las miradas y una Cumbre Europea que es también noticia esta semana. Los retos a los que nos enfrentamos no son pocos y mucho menos sencillos. Porque el futuro es una caja de sorpresas que solo podemos abrir con cariño, trabajo y constancia. Mirando lo que pasa alrededor, añadiendo como ingrediente a lo ya existente un terremoto devastador en Marruecos, inundaciones en Libia y otros miles de crisis humanitarias en estado de ebullición en esta Casa de Bernarda Alba que se llama Europa.
Como decíamos ayer, mi querido Fray Luis de León, es como si el verano no hubiera puesto tierra de por medio. Como si la vida no hubiera tomado un descanso. Como si las vacaciones hubieran pillado a la actualidad sin previo aviso. Como si nada hubiera pasado, porque en realidad es más de lo mismo. Pero siendo lo mismo, es diferente. Porque como decíamos ayer, mañana diremos de nuevo.