Julio Collado

Sostiene Pereira

Julio Collado


Año nuevo, vida nueva

15/01/2024

Sostiene Pereira que, cuando le vino al cacumen esta frase tan repetida al comenzar cada año, se preguntó si tendría algo de verdad o sería un decir por decir; un conjurar al tiempo y ver si el deseo se hace realidad. Dicen los diccionarios que la dichosa frase hace alusión a la creencia mágica de que el simple cambio de año conlleva mejores expectativas y al propósito –casi nunca mantenido– de cambiar de costumbres tras hacer balance del año anterior. Teniendo esto en cuenta, se le ocurrió comprobar lo que había escrito en estas mismas páginas, en los eneros de años anteriores y comprobar qué pasaba años atrás por estas tierras. No fuera a ser que, en realidad, era más cierta aquella otra frase del Eclesiastés bíblico de hace 3.000 años y que recrea, en su comienzo, la popular novela de Mika Waltari, Sinuhé, el egipcio: «Nada nuevo bajo el sol». Abrió su cuaderno y estos son dos de los párrafos escritos en años pasados: Año, 2013. Lobos. Leer la prensa cada mañana es meterse en un laberinto del que, a veces, se desearía no salir por no enfrentarse al peligro de la realidad. Hace unos días, este Diario hablaba de echar a los lobos de Ávila y que los sindicatos ganaderos y los partidos PP y PSOE se han unido bajo la pancarta, «Ávila, libre de lobos». Ávila, sin embargo, fue antaño tierra de lobos. Lo atestiguan los nombres de muchos parajes como Perajón de los lobos (Muñopepe) o Fuente Lobera que perviven en muchos pueblos o el nombre Monsalupe, «Monte de la loba», que sirvió de título al excelente poemario de Jacinto Herrero. Pero, el lobo ha sido siempre odiado. Los cuentos infantiles y los romances lo constatan; a pesar de alguna leyenda de loba buena como la de Rómulo y Remo. Mientras leía y recordaba, lamentó esta incompatibilidad histórica con el lobo y pensó que se equivocan los ganaderos echando la culpa a esos lobos de fina estampa y de inteligencia probada que no son sino una riqueza más de nuestra geografía tan esquilmada por otros «lobos». Estos «lobos» que desgobiernan y que en vez de ser pastores de sus «ovejas», como manda el Evangelio, pagando los desperfectos inevitables de los otros lobos, procurando mejores precios para sus productos y dando buenos servicios sociales y educativos y sanitarios para que no huyan las gentes de los pueblos, las abandonan a su suerte... Porque están echando de Ávila a los jóvenes; a los ancianos les critican por el gasto en medicinas y a los ganaderos no les compensan su trabajo. La provincia es ya un desierto. Si se empobrece más la naturaleza echando al lobo, ¿quién vendrá a visitarnos? Hoy, en los comienzos del 2024, la situación sigue igual. Y han pasado 10 años. Año, 2022. Miedos. Oigo a los líderes de la Derecha y de la Extrema Derecha y temo volver a las catacumbas perdiendo los derechos políticos, sociales y económicos conseguidos con «sangre, sudor y lágrimas». Repiten y repiten «Se rompe España» y se empeñan junto a los capistostes de los jueces conservadores, en «ser más papistas que el Papa». Menos mal que los trabajadores siguen levantándose cada mañana y sacando al país a flote y su crispación impostada no llega a la calle. España está mejorando después de haber soportado la terrible pandemia y una Oposición que, constitucionalista de boquilla, no reconoce la legitimidad del Gobierno y sus leyes progresistas. Como el SMI y el permiso por paternidad para que atiendan durante más tiempo a sus retoños. Así es que os pido, Reyes Mágicos, que enseñéis a los privilegiados jueces que «No se puede ser juez y parte» y a los agoreros y pesimistas de la Derecha que no deben aprovecharse de su posición económica envidiable para anunciar el Apocalipsis y llevar a efecto el refrán castellano: «A río revuelto, ganancias de pescadores». Que dejen de meter tanto ruido y exhibir tanta furia. Por eso, espero que nos traigáis sobre todo la ilusión de trabajar por lo que más importa: una buena salud pública, una educación ciudadana, una casa para los jóvenes, un trabajo digno y unos servicios sociales potentes para que nadie se acueste con la preocupación de qué será de él o de ella mañana por la mañana. Y para Ávila, haced que salgamos de las murallas, del pasado imperial y de la tradición anodina que nos están llevando a la interminable caída demográfica. No sea que, dentro de poco, no podáis visitarnos por falta de niños. Un abrazo republicano. La «cosa» sigue y a peor. Han añadido el mantra de la amnistía y la matraca de la inconstitucionalidad de todo aquello que no sea «su Constitución». O sea, nada nuevo bajo el sol.