Tiempos de cambio. Varios políticos han decidido dar un paso. Alguno ni se ha movido, por si acaso, y se ha situado en la irrelevancia que, como bien sabemos, es la antesala de la nada. Los últimos acontecimientos señalan que Podemos y Vox van al encuentro de UPyD y Ciudadanos, eso si no caen en la distopía, como los nacionalistas de derechas.
Quienes se salen del argumentario y la línea oficial ya conocen su destino: estación «Término», así la llaman, es el último punto, el límite. Un terreno sembrado de cadáveres políticos. No hace falta dar nombres, están en todos los medios y ninguno escapa a las reglas generales. Arrumbados por sus partidos, jalonan las orillas de la vida política. Su pestilencia contamina e impide olfatear oportunidades, nublan la visión y dificulta discernir el horizonte, el futuro. Pero no hablemos de los muertos, hablemos de los vivos y de lo que está pasando.
No sé si es aplicable aquello del parto de los montes, o igual hay un terremoto, porque ignoramos hasta donde van a llegar los cambios que, a velocidad de vértigo, se están produciendo en los partidos, pero sí hay la percepción de que a partir de las gallegas, las vascas y las europeas el mapa político sufrirá una profunda transformación. A esas modificaciones contribuirán la 'no amnistía', de momento, y después su camino procesal hasta su implementación. Y no olvidamos los rifirrafes entre poderes e instituciones del Estado.
¿Qué sucederá en las elecciones gallegas? ¿Y las consecuencias subsiguientes? Si los populares mantienen la mayoría seguirán en su línea, apretando al Gobierno, aunque hay una incógnita: VOX, que podría restar votos al PP y frenar esa mayoría. Los socialistas, si no ganan nada perderán, seguirán como estaban, más atosigados, eso sí, por una oposición envenenada.
Para ese devenir, los socialistas han reorganizado la vanguardia, Patxi López, junto al ministro Puente, este se destapó en el Congreso contestando a Feijóo. Han mostrado lo que parece la nueva táctica: no dejarse pisar. Sánchez no hace grandes declaraciones, da la impresión de que está aguardando o protegiéndose, o acaso le están cuidando, ya que la duración de la legislatura es una incógnita. Eso sí, el botón nuclear lo tiene el Presidente.
¿Y Si los populares no obtienen mayoría absoluta?, el temor no es la pérdida de Galicia, que también, es que la «gran esperanza blanca» llegada para conquistar la gobernanza del Estado perdería fuelle. Y debemos recordar, para el futuro, que la hemeroteca no perdona. El PP se ha reorganizado apartando a las viejas figuras que abandonaron o traicionaron a Casado. El líder gallego, que no se fía de nadie, reajusta; por si acaso ha importado algún paisano próximo como Tellado, duro y correoso, ¿cierra así su círculo y los cargos? Cuca Gamarra pierde presencia, ya veremos como le va en su lucha para controlar el partido en las 13 Comunidades Autónomas que gobiernan los populares, una ardua labor y menos vistosa que la portavocía del Congreso. Bendodo ha pasado a la irrelevancia y Borja Semper ¿qué?, portavoz nacional del partido, y ya se sabe: si el patrón habla el marinero calla. El vasco y el andaluz echarán de menos la tranquilidad de sus tierras. Pons, mucho vocerío, declaraciones contra el Constitucional que han provocado un incendio. Pide disculpas a los enfermos de cáncer por el ejemplo usado, ¿lo que ha dicho del Constitucional?, ¡bah!, eso no importa.
Los independentistas también se remodelan; el PNV mira a Bildu por el retrovisor, teme un adelantamiento. Los independentistas catalanes no parece que vayan a mejorar; un Puigdemont, amargado y rencoroso, solo se interesa por sí mismo. De momento estrujar al Gobierno del Estado parece que da réditos; cuidado, la glotonería y la ambición produce indigestión en quien así se comporta, y hartazgo en quien lo sufre. Si pierden el seny, esa justa apreciación y percepción de las cosas, y les invade la rauxa, no arrendamos las ganancias a ninguno. No deben olvidar que el poder y peso de un Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) es inmenso.
Mientras, pleno de la derecha y ultraderecha: JUNTS, PP, VOX y UPN votaron no a la amnistía, ¿qué esperaban?, aunque algunos de JUNTS lloran. Sobre los demás partidos, poco que decir; unos desaparecerán tras las elecciones gallegas y los demás proseguirán su reorganización para una legislatura que nadie, salvo Sánchez, sabe lo que durará. En fin, un sinvivir y hartazgo ciudadano. Los cambios en algunos partidos parecen el preludio de movimientos más profundos. Veremos.
Vivimos un tiempo donde las ideologías dejaron de ser un conjunto de ideas afinadas, armónicas y concertadas que, aun en su variedad, ofrecían un bloque coherente para afrontar situaciones de la vida real. Hoy, los partidos han perdido la ideología; sus programas y ofertas son un entreverado de componendas de aquí y de allá, y eso provoca que personas, de muy diferentes pensamientos y formas de entender, sean capaces de votar a un partido o cambiar sin inmutarse. No hay ideario, solo argumentario. Con esos mimbres, proyectar resultados electorales son vaticinios arriesgados.
Por la misma razón que las ideologías se han deshilachado –se ha escrito mucho sobre el fin de las ideologías–, algunos nuevos líderes no son más que oportunistas de escasa ética, y la logorrea es la expresión de sus cerebros. No nos distraigamos con la estupidez de ciertos personajes secundarios que suben las escaleras o cogen el ascensor llamados por su jefe, y, creen, en su simpleza, que ascienden al paraíso.
Y, por cierto, ruego perdonen la banalidad: el único entreverado aceptable es el del jamón y su tocino.