La catedral de Avila, lo mismo que otras catedrales, dado su volumen, complejidad, primer templo y sede episcopal, siempre están en obras, pues no faltan, bien por necesidad, bien porque hay que reparar algo, bien porque hay que actualizarse. El Cabildo debe, como cualquier organización humana responsable de sus sedes, disponer de fondos suficientes para acometerlas, si sus ingresos turísticos lo permiten o, por el contrario, esperar a que la Administración las financie total o parcialmente. Parece ser que en estos momentos puede hacer alguna innovación, todo por su cuenta, aunque lógicamente con la aprobación de Patrimonio, como es habilitar ahora y para un futuro, la capilla de la Blanca, llamada así por la imagen en mármol de Carrara, copia de la Piedad de Miguel Ángel, en el Vaticano, aunque a otra escala, obra de Juan Bautista Vázquez, el viejo, pues bien saben los copistas que está prohibido hacerlo exactamente igual, lo que no resta belleza a la que tenemos en Avila. En esta capilla ahora oculta por necesidades de obra, visiones de curiosos y suciedad, se preparan sepulturas para obispos que fallezcan y que quisieran ser enterrados allí. Haciendo un inciso, esta idea de capilla funeraria, ya surgió siendo obispo don Adolfo González Montes (1997-2002), cuando el follón de la remodelación del presbiterio de la Capilla Mayor, que ya nadie recuerda, para adaptarlo a la nueva liturgia, resultó caro para el cabildo, perdedor del pleito, pues pretendía levantar las lapidas existentes, de varias épocas, y llevarlas a otra capilla para su visión y estudio, pues las existentes entonces y ahora, fueron recolocadas, como también las de todo el templo, en el s. XVI, por el canónigo racionero Rodrigo Manso, por lo que no hay ninguna coincidencia con los restos enterrados.
Volviendo a la actualidad, me parece bochornoso, cada vez mas, el poco valor que damos a nuestros monumentos y sus entornos, al permitir que, en la bella plaza de la catedral, limitada por las farolas y parejas de leones que en otro tiempo estuvieron encadenados por la boca, se haya trasformado en un zoco mercantil para beber y comer cualquier cosa; imaginen, por el parecido, que tras el pretil que delimita el terreno de la iglesia de san Pedro, se colocara otro zoco. Pues es lo mismo. Tampoco me gusta que el cabildo permita, supongo con permiso, que el espacio cerrado con verja, delante de la fachada norte a donde trasladó Guas la portada principal que se encontraba en el interior del nártex o portal entre las dos torres, para ocuparlo con materiales de obra incluso aparcar algún automóvil. La comodidad no justifica estos actos, si queremos respetar un arte valioso y potenciar un turismo que lo aprecie.
Esta fachada principal que mira a occidente, tuvo no hace mucho una actuación de limpieza, conservación y restauración, dado su estado de deterioro, obra del arquitecto Ceferino Enríquez de la Serna, a finales del s. XVIII, que algunos comentaristas e historiadores la consideran horrorosa, en un barroco recargado y decadente, en una piedra caliza no muy adecuada, en la que destacaban en hornacinas, siete esculturas muy deterioradas, que fueron retiradas y hoy se encuentran sobre una repisa alta en el muro de entrada al claustro. Da mucha tristeza verlas así, y ver sus hornacinas en la fachada, vacías, como cunas sin niños, que en definitiva es lo importante. Son imágenes que en aquella época eran las mas veneradas en la ciudad. La primera a la izquierda es Santa Teresa, la segunda san Segundo, y le sigue santa Catalina. En el centro una imagen de Jesucristo Salvador, titular del templo, y siguiendo el orden están los mártires abulenses Vicente, Sabina y Cristeta. La obra fue realizada por la Fundación del Patrimonio Histórico, con en estudio muy interesante de las fachadas que allí hubo, que fueron tres. La primera, antes de Guas, se ve en un dibujo subjetivo, del dibujante Sobrino (tomo III, de Historia de Avila, pag.358), pero que no aprecia la vidriera calada, mas propia del gótico francés, que ahora tras la restauración ha sido recuperada muy bien. Pero no se dice de otra fachada, con imágenes de gran tamaño, en piedra granítica, que retiradas, fueron mas tarde a ser recolocadas en la fachada de la capilla de san Segundo, que representan a Santiago el Mayor, san Juan Evangelista y san Segundo, según consta en actas capitulares, citadas por Félix de las Heras, en su libro La Catedral de Avila.
En resumen, creo que queda claro que, debemos respetar y proteger el entorno de nuestros monumentos, y no transformarlos en negocios para algunos y para el ayuntamiento. Y que vuelvan las imágenes a ocupar las hornacinas vacías de la fachada, la mas fotografiada, bien restaurando lo que queda de las existentes, bien haciendo alguna copia en material resistente.