Hay pocas cosas tan efectistas en el cine como el cambio radical de registro de un actor acomodado a papeles asimilados por el público. Es una fórmula que no es nueva y que ha funcionado siempre de maravilla, tanto para el sorprendido espectador como para la crítica, muy acostumbrada a alabar y ensalzar estas maniobras coronando en no pocas ocasiones la audacia (o la maniobra de promoción) con premios y reconocimientos. El listado es casi interminable, y casi siempre en positivo; incluso a veces puede significar un punto de inflexión en la carrera del actor o un cambio colectivo en la manera de percibir su talento. Henry Fonda dejó a la audiencia muda interpretando a un formidable malnacido en Hasta que llegó su hora, Sharon Stone cerró muchas bocas con su interpretación de Ginger en Casino, Sylvester Stallone nos recordaba en Cop land que también era un actor dramático, Jim Carrey cerraba el siglo pasado levantando dos Globos de Oro seguidos por sus trabajos en El show de Truman y Man on the moon, y más cerca tenemos los claros ejemplos de Alfredo Landa y José Luis López Vázquez, reyes de la comedia española que con sus papeles en El crack y Mi querida señorita, respectivamente, consiguieron las llaves del respeto como actores. La lista da para diez columnas más, pero no es más que un antecedente para comprender la gran fortaleza de Heretic (Hereje), la primera película de terror que llega a nuestras carteleras en 2025.
Y es que Hugh Grant, estrella indiscutible de la comedia romántica desde que traspasase ese punto de no retorno para su carrera que supuso Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994), es el gran reclamo de Heretic (Hereje) en su faceta como retorcido villano. Y aunque no es la primera vez que el actor explora estos roles, lo cierto es que su composición de Mr. Reed resulta tremendamente magnética y efectista, pese a que juegue con muecas y gestos que ya le hemos visto en papeles mucho más amables. Un personaje corruptor y juguetón alumbrado a partir de Jim Jones, fundador y líder de la secta Templo de los Pueblos de los Discípulos de Cristo que provocó un suicidio masivo en el que murieron 918 personas, y Keith Raniere, fundador de la secta NXIVM en la que se esclavizaba sexualmente a miles de mujeres bajo el reclamo de ofrecer clases de éxito ejecutivo. Dos monstruosas figuras que han servido de fuente de inspiración para que los realizadores Scott Beck y Bryan Woods (el dúo detrás de los guiones de "Un lugar tranquilo" y su secuela) armasen su villano ideal.
Un gato lleno de malicia que juega durante toda la película con dos ratones interpretados por SophieThatcher y Chloe East (ambas ligadas en la vida real con la religión mormona en su pasado, y asesoras durante el rodaje en esta materia) para regalarnos un filme con una primera hora casi de sobresaliente y en el que el duelo en los terrenos del ingenio y la perspicacia sobrevuela de manera constante el relato para conducirnos a un último tramo en el que la oscuridad se adueña de la función para envolver a unos personajes totalmente perdidos y entregados a la supervivencia.
Muy potente como thriller psicológico y más rutinaria cuando flirtea con el terror. Es sobre todo un buen entretenimiento.