Abel Veiga

Fragua histórica

Abel Veiga


Hueca diplomacia

24/10/2023

El mundo sigue en su impenitente deriva, pero también en ese halo de indiferencia. La guerra en Ucrania se va aproximando lenta e inexorablemente a sus dos años con miles de muertos y la destrucción de ciudades y pueblos. La guerra en Gaza no es una guerra en sí, no hay dos ejércitos, sino grupos terroristas frente al Ejército israelí, no hay tanques ni aviones en Gaza, dejará miles de muertos también, imágenes dantescas y Gaza cuasidestruida. Hoy solo algunos hablan, de soslayo, y en esa diplomacia absolutamente hueca de contenido, de un Estado palestino que durante 75 años ha sido un imposible deseado y que solo cuando la atrocidad y la imagen dantesca de muerte y destrucción es total es sacada a la luz. Si no se ha hecho en todo este tiempo tampoco se hará ahora, y máxime cuando Gaza sea en su mayor parte solo ruina y escombro.
La locura de Hamás significará la destrucción total de este movimiento de resistencia islámica, en su momento social y ayudado a crear todos sabemos bien por quién y que con el tiempo derivó en una rama fundamentalista, radical y terrorista. El ataque sin precedente, otra cosa es verdaderamente saber si se supo o no y en qué medida —baste ver cómo enseguida se han publicado audios, imágenes y fotos en la barbarie del hospital bombardeado— ha dejado absorto y atónito al mundo con esa orgía de muerte, venganza, odio y barbarie costando la vida a casi mil cuatrocientos israelíes.
Todo acaeció en un momento de suma debilidad del actual gobierno y de una fractura en dos de la sociedad israelí como no se conocía. La guerra une. Qué duda cabe. Distrae de otros problemas.
Mucho se ha hablado del derecho de la guerra y la legalidad internacional. Esa misma que nadie cumple, tampoco las democracias. El bombardeo indiscriminado de cientos y cientos de edificios enteros y donde hay población civil que no es ni tiene nada que ver con Hamás nos está dando la medida de la realidad y de una situación de deterioro y derrumbe de la proporcionalidad, la justicia y la moral. Cada uno juzga y sacará sus consecuencias, pero pocos se atreven a opinar.
Nadie, absolutamente nadie, puede negar el derecho a defenderse a Israel. Su derecho indiscutible y soberano a existir y protegerse. Mas el camino no es o no puede ser al precio que es y está siendo para dos millones de palestinos atrapados y bloqueados desde hace años en Gaza. El mundo calla. Los gobiernos hablan en público pero también en privado y en versiones distintas. Biden, cuyo vuelo de respaldo absoluto a Israel y a su primer ministro es una evidencia mayúscula, ha fracasado sin embargo respecto al mundo musulmán 
—también radicalmente dividido y al que poco le han importado siempre los palestinos en realidad pero sí utilizar la causa como pretexto—, pero sí reconocido los errores de EE.UU. tras los atentados de 2001. De Irak y aquellas mentiras secundadas también por algunos gobiernos mejor ya no hablar, pero los cientos de miles de muertos martillean ahí. Pese a la amnesia oceánica o isleña de cuatro dirigentes azorianos.
Nos embarcamos hacia una vorágine de odio, de destrucción, de espiral de violencia y de miedo en Europa. Pero nada supera el que han sufrido israelís y ahora, despiadadamente, cientos de miles de palestinos que no son terroristas, sino personas, seres humanos. Para cuándo un Estado palestino? Que no nos insulten ni nos engañen ya con diplomacias ni postulados mentirosos.