La Sanidad Pública universal y gratuita en España, es un lujo que no sabemos apreciar y valorar, hasta que no tenemos un problema grave de salud. En muchas ocasiones, en nuestras conversaciones con amigos y conocidos, subestimamos o ignoramos la joya de la corona de nuestro estado del bienestar, como si se tratara de algo que tenemos por derecho divino y no necesita reconocimiento, como si fuera algo nuestro e inmutable, que no precisa mantener una constante atención, ante las nuevas amenazas a nuestra salud, y los ataques a su supervivencia. Y esto es un grave error, porque la Sanidad Pública precisa una mejora constante de sus prestaciones, necesita una dotación económica e institucional adecuada, y sobre todo, evitar su sustitución por la Sanidad Privada, como una parte de las fuerzas políticas pretenden de una forma más o menos soterrada.
A mí me parece bien, que haya Sanidad Privada, para todas las personas que puedan permitírselo, o que deseen una mayor comodidad o rapidez, que prefieran la privacidad de la sanidad privada, la comodidad de disfrutar una habitación individual, un tratamiento más exclusivo y lujoso. Esto es plenamente compatible con la sanidad pública. La existencia de una sanidad privada, incluso beneficia en teoría a la sanidad pública, al haber un número de personas que, por disponer de una situación económica más elevada, y no tener problemas en sufragar el coste de su tratamiento privado, reducen el número de personas que tiene que atender la sanidad pública. Lo que no me parece bien, es que una parte de la sanidad privada, se financie a través de los impuestos, reduciendo la aportación a la sanidad pública, lo que se produce en muchas ocasiones. Creo que la sanidad pública se debe financiar con los impuestos, y la sanidad privada, con las aportaciones de sus usuarios.
Si algún día en España desaparece la actual sanidad pública, o se convierte en una institución de caridad, para las personas que no puedan garantizarse una atención médica suficiente, será una desgracia incalificable para la inmensa mayoría de la población. El ejemplo más elocuente y conocido, es la situación de la sanidad en los Estados Unidos, donde una parte minoritaria de la población disfruta de una atención médica excelente, a un precio muy elevado subvencionado por las empresas privadas, y que desaparece en caso de ser despedidas, otra parte de la población tiene una sanidad privada de mutuas o empresas, que soluciona sus necesidades médicas normales, pero que no la cubren las enfermedades graves como el cáncer y otras similares, sin un desembolso excepcional, y una parte muy importante de la población, que tiene problemas de desatención médica, por no poder pagar su coste. Es paradójico, que el país más rico del mundo, no tenga atendida a su población con una situación económica más desfavorable.
Actualmente en España, la sanidad pública está en una situación preocupante. Hay graves problemas de dotación presupuestaria, muchas comunidades autónomas están reduciendo sus aportaciones, en algunos casos de forma alarmante, existen problemas de inversión en infraestructuras, personal médico, y materiales de tratamiento, cada día más caros y exclusivos, el envejecimiento de la población difícilmente subsanable, hace que una gran parte de la población demande más servicios sanitarios, una parte importante del personal médico, esté próximo a la jubilación o se encuentre desanimado ante la falta de apoyo institucional y social, cada vez es más difícil encontrar facultativos de reemplazo, el instrumental médico y de tratamiento cada día es más sofisticado y caro, la medicación es cada vez es más selectiva y onerosa, la medicina personalizada como en el caso de los tratamientos oncológicos es difícilmente asumible con unos presupuestos menguantes….etc.. En fin, un cúmulo de dificultades crecientes de difícil solución. Es necesario que todos colaboremos buscando un futuro digno a la sanidad, y esto no es posible sin aunar esfuerzos, no vale solo con criticar o poner palos en las ruedas. Es obligatorio un acuerdo común.