Toca vacaciones de Semana Santa, estimados tres lectores. Un momento idóneo para hacer turismo. Ya no se viaja o se descansa, ahora el turismo «se hace». Me suena a marcar casillas en un formulario de cosas que hay que ver, tocar, comer; experiencias que debemos acumular allá donde vayamos. Nadie pretende volver con nada cuando se va a Benidorm o incluso a un resort al Caribe, como mucho un moreno y algún kilo de más. Pero hacer turismo es otra cosa.
Sea de interior o —para el que tenga posibles— saliendo al extranjero, necesitamos que nos expliquen todo, que nos los contextualicen y, si pueden, «musealicen». ¡Ah, los museos! No podemos apreciar nada sin un centro de interpretación. Cogemos folletos y libros turísticos que acaban en un cajón, si no en la papelera a la salida. Nos obcecamos en lograr plaza en el rebaño con pinganillos, pastoreado por el guía de turno recitando las mismas leyendas, los mismos chistes, contando la historia políticamente correcta. En su ausencia, una audioguía; necesario adminículo que abstrae de entorno real para impelernos a buscar el siguiente número y oír cosas que ni nos van ni nos vienen.
El objeto de nuestro viaje parece ser volver con las mismas fotos, recuerdos y peripecias que nuestros amigos que ya lo hicieron, so pena de escuchar un ¿y no viste? ¿no probaste? ¿no entraste? que destape nuestra ineptitud turística. Estuve el fin de semana pasado en otra ciudad patrimonio —no diré el nombre, por si tengo que volver y me declaran persona non grata— y tiene un plano del casco histórico donde se indican… ¡los puntos donde hacerse un selfi! ¡Que nadie se vaya sin inmortalizarse! Y por supuesto, tiendas de productos típicos donde jamás compraría un lugareño; atrás los tiempos en que los productos típicos eran precisamente los que consumían los locales y uno descubría al visitar, inquieto y abierto, la cotidianeidad ajena.
En fin, una ordalía que habrá que sobrellevar, esto del turismo. Menos mal que en Ávila no somos así, no; somos auténticos, verdaderos, y no buscamos convertirnos en otro parque temático más a toda costa. Menos mal.