El próximo 27 de enero es el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto desde que, en el año 2005, fuera proclamado por la UNESCO. Ese día se rinde un especial recuerdo a la memoria de las víctimas del Holocausto y todo el significado que hay detrás de los muros, los guetos y los campos. Significa un grito contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos de personas. Este año 2025, se conmemora el 80º aniversario de la liberación de los campos de concentración y exterminio nazi de Auschwitz - Birkenau. 80 años no son nada, aunque 80 años son un mundo para los que sufrieron, agonizaron y murieron.
Solo en este campo, que inicialmente fue de concentración y posteriormente se convirtió en exterminio, fueron asesinadas 1.100.000 personas. Eran judíos en su mayoría. Se nos olvidó por un momento que eran personas.
Ahora, a unas horas de este aniversario clave de la liberación de uno de los campos más conocidos de la Segunda Guerra Mundial, veo imágenes y noticias. Y me vienen a la mente las visitas que he hecho a esos campos, con la barbarie humana por bandera y la asfixia de contemplar lo que es capaz de hacer un humano solamente por el odio a lo diferente. Así lo describió mi admirado Viktor E. Frankl: "Ningún sueño, por horrible que fuera, podía ser tan malo como la realidad del campo que nos rodeaba y a la que estaba a punto de devolverte".
Tras la liberación, lo hemos visto en las pocas fotos que hay y en algunas de las películas que han intentado revelar el dolor que ni tan siquiera podríamos imaginar, largas colas de almas en pena sin rumbo fijo. Sin saber ni a dónde, ni cómo, ni a qué. El hombre en busca de sentido.
Esta semana, 80 años despues, he vuelto a ver esas filas de personas volviendo tras el ansiado alto al fuego en Gaza. Volver al lugar que algún un día fue tu hogar, volver al miedo que te hizo marchar, volver a sentir dolor entre los escombros en busca de algo que te recuerde lo que un día fue tuyo. Volver… con la frente marchita.
Otra vez de inmensa hilera de sueños, esperanzas e incertidumbres. Hileras de personas que se preguntan el por qué, sin que ninguna de nosotras tengamos la repuesta. Tantas veces hemos hablado del horror de aquellas guerras, para que ahora veamos las mismas imágenes en blanco y negro, 80 años después, como si 80 años no fueran nada.
"Al hombre se le puede quitar todo, menos una cosa: la última de las libertades humanas: elegir su actitud en cualquier conjunto de circunstancias, elegir su propio camino". Que la vida no nos ponga a prueba, que el camino sea llevadero. que cualquier circunstancia no sea una circunstancia basada en las balas- Que la vida no nos haga conmemorar en 80 años la vergüenza de la humanidad.