Pasada la magia de la Navidad, los encuentros, la vuelta a la esencia, el renacer de un nuevo año, llega el momento del balance. Estos días con sabor a turrón, mazapán y otras delicias, son momentos de disfrutar, analizar y comenzar con los propósitos del lo que van a ser mis nuevos 365 días de aventuras.
Como el 2024 ha sembrado mucha incertidumbre y solo algún que otro desenlace propio de días de paz, amor y amistad, yo 2025 os propongo la siguiente receta:
Llenar las 12 uvas de buenos propósitos personales. Los de verdad, los que implican, los que hacen que tu/mi mundo gire en torno a lo que realmente importa. Las causas que dan sentido al día a día y ayudan a que nuestro mundo sea un poco mejor en mi radio de alcance y tú, hagas lo propio en el tuyo.
Ver las noticias con ojos de amor y empatía. Nunca jamás nos imaginamos que los que les pasa a otros nos puede pasar aquí. Atrás quedaron los tiempos en los que nuestros familiares emigraron en busca de un mundo mejor. Y ya ves las vueltas que da la vida. O jamás de los jamases hubiéramos imaginado los destrozos provocados por la Dana a unas cuantas horas de distancia, y no, como es habitual a unos cientos de miles de kilómetros.
Llenar los días de solidaridad, buenos deseos del corazón. Que permitan que nuestros día a día sean gestos de cariño, sonrisas en el bus, una puerta abierta para que puedas entrar, o buenos días para hacer los días buenos. Pocos gestos hacen que nuestro mundo cambie tan rápido.
Fuera las envidias que pesan como lo kilos de más que dejan estas fechas. Que empiecen las dietas de lo que sobra y alimentemos el alma de lo que importa. Que en la vida falta tiempo, y yo 2025, vuelo a velocidad de crucero. Sin esperar a nadie, sin tener en cuenta tus tiempos. Marco un ritmo constante. Tú, encárgate de llenar ese tiempo de contenido que merezca la pena ser vivido.
¡Qué cesen las guerras! Que diría Mafalda. Este es un poco más complejo y necesita que se alineen unas cuantas estrellas más para evitar los conflictos innecesarios por un puñado de tierras, unas líneas de frontera o un acceso al mar. Como si la vida de alguien valiera menos que un camino que marca el territorio, como si la vida fuera el juego de unos, sin pensar en otros. Pero esto de las guerras, empieza con el odio…
¡Rebajemos el odio! De rebajas y de odio sabemos mucho en nuestro mundo. Odio a todo, a lo nuevo, a lo diferente, a lo desconocido, a lo que nos asusta o a lo que no sabemos. Rebajar el nivel, nos dejaría una analítica propia de un entorno saludable, con un sabor 0% de todo lo que no alimenta, construye o mejora.
Puedo seguir hasta los 12 deseos por uva si quieres, pero te dejo algo de tarea a ti, para que sigas con la receta de mi año nuevo. Un 2025 lleno de todo lo que necesitamos: esperanza, cariño, compromiso y un toque de ternura. Que el 2025 sea la alegría, 365 veces cada día.