Es un hecho incontrovertible, el envejecimiento de la población en España y en particular en Ávila. Somos la cuarta provincia con más personas mayores de España. Es un proceso lento, continuo e imparable, que no se puede discutir. Estamos inmersos en un proceso de envejecimiento progresivo, que se puede apreciar perfectamente paseando por nuestra ciudad. El porcentaje de personas mayores de setenta años es preocupante. En menos de cincuenta años, la disminución de niños en las calles, el incremento de personas con dificultades motrices que precisan ayudas de todo tipo, el porcentaje de personal jubilado, es temible. El futuro es temeroso, dos de cada tres jóvenes se marcha en busca de trabajo fuera de nuestra ciudad.
Si no fuera por la presencia de personas no nacidas en Ávila, provenientes de los más diversos países, no podríamos prestar servicios en nuestro comercio, hostelería, sanidad o ayuda a las personas mayores que no son autosuficientes. Es por eso, por lo que no se puede entender la oposición a la inmigración en algunas capas de nuestra sociedad, en muchas de estas ocasiones con un marcado tinte racista. Si no hubiera existido la inmigración que se ha producido en España en los últimos treinta años, una gran parte de nuestros colegios estarían cerrados, los comercios sin personal para funcionar, las obras permanecerían paradas por falta de mano de obra, e incluso nuestros hospitales no contarían con suficiente personal sanitario. El índice de renovación humana, es desde hace muchos años, negativo. Mi caso es paradigmático, nueve hermanos, tres hijos, y una única nieta. Pavoroso.
¿Cuáles son pues las razones para la oposición a la inmigración? ¿A que es debido estas actitudes racistas que aparecen cada vez con mayor frecuencia en nuestra vida diaria? Es evidente, que no todas las personas que acceden a nuestro país, son personas inmaculadas, un dechado de virtudes sin mácula, como tampoco lo son la totalidad de nuestros ciudadanos. Es cierto que tienen que luchar para su supervivencia, que tienen que aprovechar cualquier tipo de ayuda. También es verdad que hay de todo, como en botica, aunque la inmensa mayoría de los inmigrantes, quieren conseguir asegurarse un porvenir, establecer una vida normalizada, y vivir indefinidamente en nuestro país. La práctica totalidad de los inmigrantes quieren buscar un trabajo digno, establecerse con su familia en un país europeo seguro y democrático, y en la mayor parte de los casos, huir de unos países con graves problemas de seguridad y falta de trabajo.
A veces tenemos una memoria muy débil, y no queremos recordar nuestra emigración a muchos países europeos, como Alemania, Francia, Suiza o Bélgica. Muchos millones de españoles emigraron a estos países europeos, y ahora se quejan de los inmigrantes de otros países. ¿Cómo es posible semejante descaro? Algunas personas se quejan de que hay muchos inmigrantes sin formación profesional, que solo pueden ofrecer su trabajo y ganas de salir adelante. Es cierto. ¿Los emigrantes españoles que tuvieron que irse a Europa, tenían una formación profesional perfecta? ¿Había muchos médicos, ingenieros, abogados o arquitectos? La mayoría de nuestros compatriotas que emigraron al extranjero, tuvieron que soportar los trabajos más humildes, que en esos países no querían realizar los habitantes de esas naciones, trabajaron duramente para establecerse, garantizar su supervivencia, e incluso poder reenviar una parte de sus ingresos a su familia en España. Yo me siento orgulloso de esos españoles, que lucharon por su supervivencia y la de sus familias, del coraje que tuvieron para buscar el trabajo que aquí no encontraban, de la entereza de estos compatriotas que, en una época muy dura, como la actual, lucharon para salir adelante y ayudar en la reconstrucción europea. Creo que les debemos un homenaje, como el que les tributaron los franceses, a los españoles que lucharon contra el fascismo en su tierra.