Muy probablemente, más de la mitad de los españoles no sabrán en el inicio de este artículo a quién me refiero. Justo es informarles. Así se denominaba entre los joyeros de Madrid a Doña Carmen Polo, esposa del Jefe del Estado Español durante casi 40 años, Don Francisco Franco Bahamonde.
Los tiempos han cambiado los intereses personales y las formas de conseguirles, pero en el fondo siguen siendo los mismos fines: aprovecharse y servirse del poder. Puro nepotismo. En términos coloquiales: sinvergonzonería y choricismo desde el Poder.
A lo largo de la historia que nos ha precedido no estaba en el imaginario de una sociedad mayoritariamente machista que las mujeres de los poderosos debieran tener títulos, ni ocupar determinados cargos, porque su prevalente posición se gestaba en el ámbito familiar y social. La "mujer de" tenía las puertas abiertas y nadie osaba negarla nada, incluso las "joyas", porque ya se encargaba el marido, en su caso, de "poner las cosas en su sitio".
Hoy en día, afortunadamente, la situación ha dado la "vuelta a la tortilla" y la mujer no tiene porqué desenvolverse únicamente en el ámbito familiar o social, sino que ha venido a ocupar en todas las esferas el mismo lugar que pueda tener el hombre.
Obviamente, si mujeres y hombres acceden a los cargos o a ocupar un papel relevante -dentro del mundo de la empresa, de la sociedad, o de la política-, por sus propios méritos, feten, que diría un castizo. Pero lo que no es permisible, ética y legalmente, es que se valgan de las posiciones de sus respectivas parejas, llámense presidentes de gobierno o de comunidad autónoma, por citar, para llegar a cargos o posiciones sociales o económicas que no han logrado por sus méritos.
Por las razones que fuere, Doña Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno de España, no había llegado a obtener titulación universitaria alguna. Sus estudios eran básicos y su actividad laboral hasta que su marido llegó a la Presidencia del Gobierno había sido la de llevar las "cuentas" del negocio de su padre y tíos.
Claro, con tan poco "bagaje" era difícil aspirar a entrar en el mundo político, económico y social, con incluso, porqué no, la posibilidad de "sustituir" algún día a su esposo en la Presidencia del Gobierno, algo que viene sucediendo en todas las partes del mundo.
Como tal situación no se podía permitir por parte de un esposo tan "enamorado" de su mujer –y utilizo palabras del propio Pedro Sánchez-, y como fuere a ser que a la esposa tampoco la parecía suficiente con ocupar el normal estatus de mujer del Presidente, máxime si ambos aspiraban –y siguen aspirando-, a ser Presidente-Presidenta de la III República Española, había que hacer todo lo habido y por haber para que Doña Begoña obtuviera una "titulación", unos "méritos", a la par que un "estatus", que la permitiera codearse aparentemente "en igualdad" con quien se la pusiera delante.
Nada mejor para ello que acudir a una Universidad pública de "postín" dentro de las de este País, a la sazón la Universidad Complutense, donde el Rector, simpatizante del presidente y votante de su PSOE, la iba a "abrir las puertas", y a partir de ahí todo empezaría a rodar.
Los "collares" de la otrora mujer del Dictador, han venido a traducirse en tiempos presentes en la concesión de una "cátedra" en la Universidad Complutense de Madrid y en el acceso a la esfera empresarial como "mediadora" que todo lo consigue, pues que no en vano es la mujer del todopoderoso presidente Pedro Sánchez.
Miren, en atención a lo realizado por la Sra. Gómez y otras personas, se están instruyendo diligencias penales, respecto de las cuáles se debería dejar al Juez que obre con independencia y sin presiones, lo mismo que viene sucediendo día a día respecto de cualquier ciudadano "normal".
Ahora bien, al margen del resultado del ámbito judicial, se encuentra el ámbito ético, que debería ser mucho más exigente que el primero.
Un individuo puede delinquir, a veces con una determinada "razón", y ello puede dar lugar a la comprensión o incluso exculpación por parte de la sociedad. Sin embargo, cuando ese individuo es un "sinvergüenza" sistémico, un "chorizo" redomado, ninguna disculpa o comprensión puede tener por parte de nadie, máxime si esa persona ocupa un cargo público, y mucho más si ese cargo es de relevancia.
Lo hecho por parte de Don Pedro Sánchez –presidente del Gobierno-, por su esposa, Doña Begoña Gómez-, por su entorno, y por todos aquellos que le apoyan y justifican, no tiene un pase. Salvo por el elemento cuantitativo, ninguna diferencia existe, en la esfera de la que estamos hablando, entre el Dictador Franco y su esposa, y el presidente Sánchez y la suya. Ambas esposas han obtenido bien "collares", bien "cátedras", por ser "la mujer de"…
P.D.- Los españoles tenemos derecho a que, bien en el Juzgado, bien desde la Moncloa, el presidente dé cumplidas y satisfactorias explicaciones sobre lo acontecido con su esposa. Y a partir de ahí…