La Cadena SER en Ávila ha cumplido treinta años. Una efeméride que celebró hace unos días con una gala en el Centro Lienzo Norte y a la que me sumo aunque sea con el retraso que impone la periodicidad de esta colaboración. Enhorabuena a las compañeras y compañeros de la SER por estos treinta años de radio al servicio de la ciudad y provincia. Todos ellos profesionales por los que siento un gran respeto y cariño y con los que he compartido esas tres décadas dedicadas a atender las demandas de información y entretenimiento de los oyentes y de amor por este medio de comunicación tan especial.
Treinta años en la vida de una persona es una edad de plenitud, llena de futuro, cuando puede desarrollar al máximo todas sus capacidades. También para un medio de comunicación es un momento crucial en el que se aúnan el reconocimiento de la audiencia que lo sostiene con la fuerza de un medio que ha sido capaz de superar con éxito todas las pruebas a las que se le ha sometido. Es ya parte de nuestra historia y compañera de nuestra vida cotidiana. Una voz que todos los ciudadanos conocen, la sigan o no, y aprecian como un vecino más que cumple con su importante trabajo, una entidad con las que podemos contar en el devenir de Ávila. La cadena SER ha sido y es testigo y mensajero de los éxitos y los fracasos, de las profundas transformaciones que ha experimentado la sociedad abulense.
Esta emisora, como todas las que operan en nuestra ciudad y provincia con la voluntad de participar de ellas, representa un modelo de radio que considero necesario y que sin embargo atraviesa una profunda crisis: la radio local. Aquella que se hace por y para un territorio y las personas que en él viven. Un modelo que se caracteriza por la proximidad, la cercanía, el común interés por las cosas de casa, las que afectan directamente a los oyentes.
El mundo de la comunicación en el siglo XXI es un gigante global y complejo, que escapa a nuestro conocimiento y control y que nos suscita una profunda desconfianza. La radio local es, por el contrario, la voz amiga a la que a menudo ponemos rostro, que nos habla de los temas que nos preocupan, que pone sus micrófonos al servicio de nuestra gente, que da voz a nuestros políticos, nuestros deportistas, nuestros empresarios. Es algo nuestro.
Este modelo, que se desarrolló de forma exponencial con la llegada de la democracia y la frecuencia modulada como soporte técnico, nos brindó información, entretenimiento y participación hasta en los lugares más recónditos de nuestra geografía. Aliada con las grandes cadenas nacionales, hizo de la Radio española una de las más dinámicas y con mayor calidad de Europa y se ganó el respeto y el cariño de sus audiencias.
Por desgracia, la evolución de las estructuras empresariales y las sucesivas crisis económicas que ha padecido nuestro país en estos últimos treinta años, han generado una creciente tendencia a la centralización de los medios y al desmantelamiento de las estructuras y los recursos humanos de los que disponían las radios locales. Cada vez tienen menos horas de emisión propia y menos profesionales para atenderlas. Cada vez más son postes reemisores y menos centros de generación de contenidos.
No sé dónde nos llevará esta tendencia. La tecnología ofrece recursos para que la radio local siga floreciendo y mejorando sus capacidades, pero la concentración en grandes grupos mediáticos opera en sentido contrario. Confío en que las cosas cambien y dentro de, por ejemplo veinte años, la cadena SER en Ávila pueda celebrar el medio siglo y que lo haga llena de vitalidad y compitiendo con otras emisoras con la misma voluntad de permanencia en nuestra tierra y entre nuestra gente.
Queridos compañeros de la cadena SER. Feliz cumpleaños y ¡Viva la Radio!