"¿Por qué yo arrojé estos lodos? ¿Por qué no sienten, por qué no cambian la historia del todo, y se da por supuesto que la vida no es diferente para el resto?"
¡Por qué no cambian la historia del todo! Fiesta del cine español en Varsovia. Suerte la mía de poder disfrutar de momentos de calma, reflexión y palomitas a cientos de kilómetros de mi casa. De vivir otras historias, aunque no cambien del todo. De vivir otras vidas y aunque no puedas ponerte en la piel de los que un día lucharon por la integridad de las personas: por mucho que cueste, por mucho que duela, por mucho que parezca que el esfuerzo no vale la pena.
"Y aunque me quede en el borde del mundo. Y aunque no entiendan que por qué pregunto. Y aunque me traten siempre de extraño. Y aunque pasen y pasen los años. No se olvida el recuerdo ni el daño".
No se olvida el recuerdo ni el daño. Así acaba la banda sonora de mi película del domingo por la tarde. El 47. Dignidad. Respeto. Me moría de ganas de verla y no defraudó el momento. Si no la has visto aún, no dejes pasar la oportunidad de disfrutarla con los 5 sentidos y seguir escuchando la banda sonora una y otra vez durante al menos una semana, bajo prescripción médica, hasta que cada palabra cantada por Valeria Castro se impregne en cada célula de nuestro ser. ¡Y otras! Porque la banda sonora no tiene desperdicio.
La dignidad, ese concepto del que tanto hablamos, ha dejado de ser abstracto en la cabina de un autobús, para ser de una vez por todas algo tangible y esencial en la vida de las personas. La dignidad, el respecto, la humanidad con la que tratamos y somos tratados. En especial, cuando más nos necesitan, cuando más necesitamos. Esa mirada poniendo en valor lo que haces y lo que eres, frente a lo que tienes o crees ser. Ese canto a la lucha de los derechos humanos, que hoy en día están bajo mínimos. La dignidad, que no es sólo un lugar para vivir o un plato con comida en la mesa. La dignidad, que va de ser, de ver, escuchar y, sobre todo, de realmente querer y creer.
La dignidad, tangible ahora, palpable, real, visible solo para quién quiere mirar con otros ojos. "Tantos ojos que solo miran a un punto. Solo se busca, solo se quiere lo necesario y justo
No se pide más que lo que está en sus manos. Que se luche por la dignidad de cualquier ser humano".
Que se luche por la dignidad de cualquier ser humano. Que luchemos con miedo, sin él, con las ganas de lo necesario, integridad y entereza. Que construyamos casas y puentes. Que edifiquemos sobre cimientos de valores. Que cada ventana traiga aire de cambio. Que las puertas se abran a la esperanza de no tener que luchar por lo que es justo, a los ojos del alma.
"¡Ay, qué desencanto! Si me borrara el viento, lo que yo canto."