Creo que muchos millones de españoles, y muchos más en el resto mundo, asistimos horrorizados a la masacre que día tras día se está ejecutando en Gaza, con decenas de miles de muertos, mayoritariamente mujeres y niños, con escenas horripilantes de niños abrazándose al cadáver de su madre, o buscando entre los escombros, en los que se está convirtiendo su país. Es difícil no sentir horror ante semejante barbarie, no es posible sustraerse ante semejante desolación y sufrimiento. Hay que intentar parar esta matanza, si tenemos la esperanza en un mundo mejor, si creemos que la paz, el dialogo y la colaboración, es la forma en que tenemos que edificar en este mundo.
El 7 de noviembre, contemplamos con estupor, la matanza de mil doscientos israelitas a manos de Hamás, y el secuestro de mujeres y niños, en unas escenas indescriptibles, que revelaban una brutalidad sin límites. Una acción despiadada, por parte de una organización terrorista enloquecida, que nos retrotraía a la memoria del 11S, el 11M, los atentados de Paris de 2015, y las afortunadamente más lejanas acciones de ETA o el IRA. Un horror indiscriminado que creíamos superado ingenuamente. Una acción terrorista que sorprendió de forma inesperada al país más militarizado del mundo, con el servicio de espionaje más avanzado, dotado de los medios de vigilancia y control más sofisticados del planeta.
A esta brutal acción de un grupo fanático terrorista, ha respondido, desgraciadamente, una reacción de Israel no menos brutal, bombardeando indiscriminadamente la franja de Gaza, de donde partieron los terroristas, arrasando primero el norte de Gaza y posteriormente el sur, destruyendo edificios de viviendas, hospitales, colegios y universidades, así como todas las instalaciones urbanas y servicios sociales, causando miles de muertos, muchos de ellos mujeres y niños, actualmente más de veinte mil, y seguramente muchos más cuando se demuelan los edificios derribados. En mi modesta opinión, no es equiparable la acción desesperada de un grupo terrorista, con la reacción de un país moderno, avanzado y democrático, dotado de unos medios militares casi ilimitados. La reacción del gobierno israelí, y respaldada por la mayoría de la población, es claramente desproporcionada, abusiva y deleznable. No es posible destruir de forma metódica un país, amparado en tu superioridad militar, asesinando a su población, matándola de hambre y sed, para vengarse de la acción de un grupo terrorista, aunque también apoyada por una gran parte de su población. 
El pueblo judío, que ha sufrido muchos problemas y vejaciones, a lo largo de su historia, sobre todo con el nazismo, que ha padecido muchas persecuciones en distintas ocasiones, que ha sido considerado siempre como un ejemplo de superación y resiliencia, un pueblo admirado y admirable por su inteligencia y aportaciones al progreso humano, no debiera ser cómplice de esta masacre humana del pueblo palestino, como venganza inhumana por la brutalidad de Hamás. Por otra parte, parece increíble que no vean que este genocidio, además de perder una buena parte de su prestigio y apoyo, es una siembra de odio, que no les va a servir para garantizar una seguridad a medio y largo plazo. Los miles de familiares que han visto asesinar a los suyos, van a crear un caldo de cultivo excelente para los grupos terroristas. Todas las personas que han visto como asesinaban a sus hijos, maridos, mujeres, hermanos y familiares, van a sentir un odio difícil de superar. Actualmente tienen el apoyo absoluto del gobierno americano, entre otras cosas porque en 2024 hay elecciones en Estados Unidos, y todo el mundo sabe que nadie puede ganar esas elecciones sin el apoyo del lobby judío, pero ese respaldo puede flaquear, cuando los americanos comprueben los problemas que les pueden surgir con otros países, sobre todo árabes, y hayan terminado las elecciones.
 El respaldo y apoyo de la comunidad internacional a Israel, tras la brutalidad del ataque de Hamás, como fue en el caso del atentado de las torres gemelas en el caso americano, se está convirtiendo poco a poco, en un rechazo al genocidio del pueblo palestino, y esto será un descredito del pueblo israelí, como le sucedió al pueblo alemán, por el genocidio judío, tras el final de la segunda guerra mundial.