No son buenos tiempos para la seguridad ciudadana en las zonas rurales y ese es un problema que, desgraciadamente, en nuestra provincia, conocen bien los amigos de lo ajeno. Que el Ministerio del Interior debiera dotar de medios, personal y reorganizar los cuarteles de la Guardia Civil en los pueblos en vez de suprimirlos es más que un hecho probado. Este déficit de vigilancia y patrulla por parte del Instituto Armado -y no es culpa ni responsabilidad de los agentes, que bastante hacen- está generando más de un disgusto en las últimas semanas con bandas itinerantes de delincuentes que han cometido robos en Cebreros, El Tiemblo y Las Navas del Marqués, por ejemplo.
Cierto es que, hay lugares donde la colaboración con otros cuerpos, como la Policía Local, en Las Navas del Marqués, estas malas noticias de robos no han de alarmar más de lo necesario -sin quitar hierro al asunto, que es muy grave- porque en unos meses este cuerpo municipal contará con un nuevo cuartel perfectamente equipado a la entrada de la localidad, que también será un elemento disuasorio ante quienes no vengan con buenas intenciones; ya tiene las ocho vacantes de agentes cubiertas -dos de ellos están el curso de la Escuela Regional de Policía Local y en julio estarán incorporados- y un parque móvil en condiciones.
Otro de los problemas en estos casos relacionados con la seguridad y el orden público es la rumorología y la indecisión ante la colaboración ciudadana. Así, en el caso navero, aunque se han dado distintos rumores de casos que no se han producido, hay que destacar que las mencionadas bandas itinerantes, con una vigilancia exhaustiva previa, se introdujeron en las viviendas de comerciantes asiáticos que guardaban una gran cantidad de efectivo en casa. Otro robo similar lo cometieron después de controlar los movimientos de familias trabajadoras que, en momentos determinados del día no estaban en sus domicilios.
De ahí la importancia de la colaboración ciudadana, dado que podemos y debemos levantar la alerta ante los movimientos sospechosos que, por fortuna, también captan las cámaras de seguridad que, a efectos locales, sirven para controlar el tráfico.
Ni que decir tiene que se echan en falta más recursos en momentos especiales del año, como el verano, cuando la población de estos municipios se multiplica por tres o por cuatro.
Escribo estas líneas en este sentido porque son muchas las ocasiones en las que nos llevamos las manos a la cabeza y somos tremendistas sin tener la información adecuada. De ahí que, a la hora de reivindicar refuerzos en esta competencia, miremos a un cuerpo centenario, competente en los asuntos de seguridad local como es la Guardia Civil, que no debiera detraer recursos, sino aumentarlos por el futuro de nuestras zonas rurales.
Si al drama de la despoblación le sumamos la falta de atención en materia de patrulla y vigilancia, estamos apañados. Pero insisto en que lo que tenemos, aunque es necesario aumentarlo, funciona: rara es la semana que no vemos tres o cuatro controles conjuntos por parte de Benemérita y Policía Local referidos al tráfico, con cacheos y registros. El problema radica en la centralización de los servicios a nivel provincial o comarcal: pierden efectividad las patrullas cuando hay que hacerlas en seis o siete municipios, en vez de realizar más hincapié en uno o dos que, encima, sí cuentan con casas cuartel.
Nos llevamos las manos a la cabeza con las prestaciones sanitarias y educativas en las zonas rurales, pero todo comienza por la seguridad ciudadana. Ahí queda y confiemos en que las cosas cambien.