Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


En invernales horas

11/01/2025

Ahora que ya ha acabado la Navidad solo queda el largo invierno que nunca parece acabar. Meses largos y fríos que se estiran porque hay poco que esperar. Días cortos, con poca luz y heladas que te hacen pensar en el sur. Miro a mi alrededor y veo a la tierra reposar para encontrar energías renovadas para en primavera brotar. Siendo así, solo me pudo preguntar: ¿cuál es el propósito de persistir cuando todo en la naturaleza parece dormir? Sin embargo, este año, el invierno me ha cogido por sorpresa. Quizá con tanto calor, el frío parece de otro color. Pero ahora le veo la gracia a tener congelada la punta de la nariz, roja como un tomate y tan brillante que la puedo lucir. He decidido centrarme en las cosas agradables a ver si con un poco de suerte, el invierno pasa raudo mientras aprecio la belleza de lo inerte. 
Admirar las montañas nevadas que por detrás de la muralla quedan enmarcadas. No me imagino la vida en un escenario en el que las cumbres estén excluidas. Su belleza, allá al fondo, siendo testigo de los días que hacen del viento su melodía. Las nubes grises que anuncian tormenta y que hacen sentirte bien si te pillan bajo cubierta. Y después respirar el oxígeno puro, que la lluvia ha dejado limpio. Ahora en Ávila también se pueden ver auroras boreales, contemplar el cielo iluminarse y en distintos colores camuflarse. Habrá que estar atentos, por si en una de éstas cazo su esplendor con mi mirada, sería una experiencia privilegiada. No diré que sueño con la nieve, solo si la veo desde casa y no tengo ni que pisarla. Pero la escarcha produce una escena espectacular, todo brilla como si el suelo fuera una gema singular. Y luego están las plantas que en el pasado eran sagradas, pues eran las valientes que sabían perseverar e incluso en el invierno se atrevían a reinar. Sueño con la llegada de los narcisos, que anuncian la primavera con un trino. Y la preciosa mimosa, que explota en miles de soles cuya luz no se agota. O el musgo, ese edredón esmeralda que arropa a las piedras para que no se sientan olvidadas. 
Después de las delicias de Natura, el descanso en esta estación es una apuesta segura. Pues si la naturaleza reposa, nosotros debemos tomar nota cuidadosa. Una lumbre bien cargada que chisporrotea y huele a calorcito de temporada. Como un embrujo, la miras hipnotizada, mientras interiorizas la incandescencia como fuente de energía para tu existencia. Un buen libro entre las manos y la manta en el regazo. Una bebida caliente, chocolate o infusión para completar el bodegón. Los jerséis gruesos y calentitos, con dibujos de ciervos y cenefas, cada uno tiene su favorito. Calcetines, gorros y bufandas bien tejidos, la lana en el regazo mientras vas haciendo punto. Y la manta, pesada y abrigada, que te hace sentir como en casa.
Estas son las cosas en las que voy a pensar, de las que no me gustan intentaré pasar. Este invierno quiero disfrutarlo, hacer de él un momento con encanto.

ARCHIVADO EN: Ávila, Naturaleza, Navidad