Sonsoles Sánchez-Reyes

A otra luz

Sonsoles Sánchez-Reyes


El tesoro que nunca apareció

24/06/2024

Era el 26 de noviembre de 1898, en plena Guerra de Cuba. El Diario de Ávila publicaba su tercer número, pues había comenzado a venderse dos días antes. Bajo su nombre añadía la descripción "Periódico político independiente y de intereses morales y materiales". Comenzaba como diario de la mañana (años después, se publicaría por la tarde), y advertía que no salía a la calle los días siguientes a festivos. 
En ese momento El Norte de Castilla llevaba publicándose ya 44 años, pero habría que esperar al siglo siguiente, 1901, para contar con El Adelantado de Segovia, y hasta 1920 para La Gaceta de Salamanca. 
A la sazón, el propietario de Diario de Ávila era Esteban Paradinas López y su director, Pablo Hernández de la Torre. Las oficinas estaban en el 14 de la Calle Tomás Pérez, vía que en 1938, durante la Guerra Civil, se renombró Calle Alemania, denominación que continúa hoy.
Valía la suscripción en Ávila 1,25 pesetas por un mes completo; y 3,5 por un trimestre (4, si se enviaba fuera de la capital). Se exigía el pago por adelantado. Los anuncios a una columna costaban 10 céntimos la línea, a lo que había que sumar 15 céntimos por inserción, en aplicación del impuesto de la vigente Ley del Timbre.
Desde su primer número, el Diario seguía la costumbre decimonónica de incluir un folletín por entregas: la novela "Raoul y Genoveva", que se prolongó cada día hasta el 19 de enero de 1899.
Ese 26 de noviembre de 1898, en las cuatro páginas de que constaba un ejemplar en aquellas primeras épocas, se reservaba parte del escaso espacio para recoger esta noticia:
"En vista de los insistentes rumores llegados hasta nosotros de que en las obras del convento de las Adoratrices, un obrero había hallado un tesoro, procuramos ayer averiguar si era cierto. Debemos advertir que la fantasía popular había hecho ascender el tesoro a dos millones en onzas de oro. Ayer, volvamos a repetir, nos presentamos en el mencionado convento con la intención de hablar con el obrero Cayetano Pita, que, según el público se decía era el afortunado. Este desmintió el rumor". Una vez más, nuestro gozo en un pozo.