Sonsoles Sánchez-Reyes

A otra luz

Sonsoles Sánchez-Reyes


Bobby Deglané (y II)

29/06/2024

El motivo de que el chileno Bobby Deglané, un locutor icónico del siglo pasado en nuestro país, repose en el cementerio de Arenas de San Pedro, es que en 1936, en plena guerra, contrajo matrimonio en la Embajada de Chile en Madrid con la joven arenense Mª Pilar Meneses Vadillo, una mujer de gran cultura, que había tenido de profesor de francés a Antonio Machado. La boda permitió que su suegro, organista, pudiera refugiarse en la Embajada del país andino durante la contienda civil. Del matrimonio nacerían 6 hijos: Roberto, Irma, Eduardo, Luis, Pedro y Juan Antonio, que en 1959 fallecería trágicamente en un accidente con solo 2 años, ahogado en una piscina.

En 1967 Deglané se nacionalizó español. Su vinculación con Arenas a través de su esposa llevó a que fuese nombrado hijo adoptivo de la localidad.

Hacia el final de su vida, la enfermedad lo retiró de los micrófonos. Su última entrevista la concedió el 27 de julio de 1983. Falleció menos de un mes después, el 20 de agosto, a los 77 años, en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, donde fue ingresado al agravarse el proceso linfático que le afectaba. En ese momento preparaba un libro sobre radio y televisión.

Por propio deseo, el 22 de agosto fue sepultado en Arenas de San Pedro, donde aún residían familiares de su esposa. Tras el funeral celebrado en el centro sanitario donde murió, con asistencia de amigos y compañeros como César Pérez de Tudela, Iñaki Gabilondo o Basilio Rogado, el cortejo partió hacia Arenas, donde llegó 45 minutos después de la hora prevista (las 16:00), tras haber descargado una considerable tormenta. A la entrada del cementerio, los restos mortales fueron recibidos por la Corporación en pleno, acompañados de numerosos vecinos, entre coronas de flores de la familia, del Ayuntamiento (que fue llevada por la Guardia Municipal) y el mundo de la radiodifusión. El párroco de Arenas de San Pedro, Cosme Díaz, ofició la misa "córpore insepulto" en la capilla del camposanto. Al salir el féretro del recinto religioso, los asistentes congregados aplaudieron largo rato, en señal de afecto y reconocimiento a su figura.