Abuso un par de veces al año de estas columnas en beneficio propio, estimados tres lectores. Bueno, más bien ajeno, aunque en este caso también soy parte de lo ajeno. Que tampoco es ajeno del todo, al menos para ustedes, porque es algo de todos; sobre todo, de los abulenses. No sé si me estoy liando y de paso los lío a ustedes: permítanme explicarme.
Suelo solicitar su gentil atención en abril, por la Feria del Libro, para promocionar aquí el colaborativo que sacamos cada año los miembros de «La Sombra del Ciprés». Adelanto que el undécimo está a punto de entrar en el horno; estas cosas hay que prepararlas con tiempo, ya charlaremos de él. El libro, junto a las cuotas de nuestros asociados, es la única forma de financiación con que contamos. Y nuestro principal gasto anual, al margen de la edición del libro, es la razón de que escriba hoy como cada otoño: la gala de premios literarios. La novena tendrá lugar mañana, sábado, en el Auditorio de San Francisco, a las 19:00.
Les recomiendo asistir. No solo por el premio a una saga centenaria de libreros, como son los Medrano, ni porque se vaya a reconocer la labor de las tres bibliotecas municipales y su siempre amable personal. Ni tampoco porque aprovechemos para agradecer al Colegio de Arquitectos trascender su necesaria labor gremial y volcarse con la cultura, ni por que recompensemos a Onda Cero Ávila por tantas mañanas dedicadas a la literatura como nos da. Ni siquiera para acompañarnos en las gracias a la Dirección Provincial de Educación, que generosamente nos cede un local, ni para ver ese «Madera de Héroe» –heroína– a Almudena Hernández, por llevar la lectura al abandonado mundo rural. Y aunque pudiera parecer razón suficiente, tampoco debieran de asistir solo por ver a una escritora –diría Escritora con mayúscula, pero no necesita que la ensalce– como Espido Freire, que ha tenido la deferencia de aceptar ser la novena Sombra en nuestra década de historia como asociación.
Todo ello, unido a que nos gusta aderezar la parte más formal del evento con un divertido hilo conductor, pudiera parecer razón más que suficiente para desafiar al clemente frío otoñal –cosas del cambio climático– y acercarse al Auditorio. Pero permítanme contarles un secreto: la gala en el fondo premia la locura. La locura de la escritura, la de la lectura, la de la magia que existe desde que el ser humano empezó a inventar historias y se las contó a otros. Premia al ser humano en general, particularizado, eso sí, en una magnífica selección, que podrán ver en el escenario. Y puesto que asumo que ustedes no son inteligencias artificiales leyéndome, sepan que mañana también recibirán su premio. ¡Corran a recibirlo, no se arrepentirán!