Bajo un título más o menos sonoro, que seguramente llame la atención, me viene a la memoria la interminable lista de calificativos o simples definiciones que terminan en "ista". No hay más que echar un breve vistazo al diccionario y podemos sorprendernos con la cantidad de ellas que encontramos; aunque seguramente se inventarán algunas nuevas y se añadirán muchas más.

Resulta curioso cómo estas palabras desempeñan un papel crucial para entender mejor las ideas, creencias, actitudes y tendencias en una sociedad acelerada, porque en muchas ocasiones se lanza este apelativo "al pensamiento del contrario" de forma antagónica o incluso despectiva, aunque el que lo recibe no se sienta ofendido, sino al revés: Por ejemplo, un negacionista llamaría ecologista, con desprecio, al que describe el cambio climático, y éste realmente no se ofendería por ello; y viceversa. Es decir que en algunos momentos puede ocasionar el efecto opuesto al que pretende el que lanza el apelativo, y sobre todo influye el cómo la persona o grupo etiquetado decide asumir la propia esencia del mismo.

La riqueza de nuestro lenguaje hace que otras muchas palabras acabadas en "ista", sean meramente descriptivas y no denoten un "enfrentamiento" como las anteriormente descritas, sino que simplemente señalen una actividad. Un buen ejemplo sería "artista", o "periodista" aunque siempre habrá alguien que lo haga de forma despectiva, porque como dice el refranero "...hay gente para todo". Pero realmente muchas de estas terminaciones tienen una enorme carga semántica, también emocional y sobre todo social.

Entre las cientos o miles de estas palabras que existen en nuestra lengua en ámbitos muy diversos como profesionales, ideológicos o de actitudes y comportamientos, tal vez una de las que más estamos oyendo estas últimas semanas es la de "negacionista" del cambio climático, porque algunos se atreven a afirmar que dicho cambio no existe porque está lloviendo como hacía décadas que no lo hacía, y por tanto la sequía pertinaz es pura fantasía, y un invento de los "ecologistas"o de los "analistas" descerebrados, ignorando que existe un registro histórico de la AEMET que almacena series de observaciones con más de 150 años de antigüedad que demuestran un calentamiento global claro, constante e implacable.

Aunque, probablemente puede que las palabras que más escuchemos en la actualidad con la terminación protagonista de este artículo, sean las de "armamentistas" y "pacifistas", ya que por desgracia hay algunos elementos poderosos y peligrosos que se empeñan en dominar el mundo a base de su estupidez, de la guerra, y del sufrimiento ajeno. :-(