El Diario de Ávila del lunes 9 de agosto de 1926 reseñaba que, esa misma mañana, en el Gobierno Civil de Ávila se conformaba la Cámara de la Propiedad Urbana de la ciudad, que continúa hoy su andadura casi centenaria.
La sesión constitutiva, celebrada en el despacho del gobernador civil, a la sazón Emilio Gámir Ulibarri (que ocupó el cargo entre 1924 y 1927), designaba la Junta Directiva de la Cámara abulense.
Las Cámaras Oficiales de la Propiedad Urbana se habían creado por Real Decreto de 16 de junio de 1907, pero eso no se tradujo en el nacimiento de la entidad en todas las principales poblaciones del país, como no fue el caso de Ávila. Para impulsar su formación donde no existiera, otro Real Decreto del Ministerio de la Gobernación, promulgado el 25 de noviembre de 1919, establecía la colegiación obligatoria de los propietarios de fincas urbanas en las Cámaras de la Propiedad Urbana de las capitales de provincia o localidades que superaran los 20.000 habitantes.
A propuesta del Ministerio de Fomento, un tercer Real Decreto, de 28 de mayo de 1920, aprobaba el Reglamento provisional para la reorganización y funcionamiento de las Cámaras de la Propiedad Urbana, fijando el procedimiento para crearlas donde aún no fueran una realidad. Este básicamente consistía en la constitución por el Gobernador Civil respectivo de una Junta encargada de su puesta en marcha.
Pero seis años habían transcurrido ya desde la entrada en vigor de esta normativa sin que los sucesivos gobernadores civiles abulenses hubieran logrado aplicarla. Era el gobernador Gámir quien finalmente conseguía culminar el proceso, y expresaba al periódico local su satisfacción por ello y su gratitud al Sr. Mayoral Fernández, que en cumplimiento de la prescripción legal, había oficiado de secretario en los trabajos preparatorios de la Junta organizadora para la constitución de la entidad oficial, así como al resto de los vocales que la formaron y que cesaban al tomar posesión la directiva de pleno derecho.
La previsión reglamentaria era que la Junta Directiva de la Cámara, resultante de la votación entre los miembros, estuviera compuesta por un número de ellos comprendido entre 10 y 40, que determinaría el Ministerio de Fomento a propuesta de la propia Cámara, teniendo en cuenta para fijarlo la cantidad de electores de la localidad y la importancia de la propiedad urbana en ella.
En Ávila fueron 21 los miembros seleccionados, siendo uno el primer edil, José Tomé Fernández (que ocupó la alcaldía desde 1923 hasta 1930). De entre ellos se procedió a la proclamación de cargos: fueron elegidos, como primer presidente, Santiago de Diego Ondero; vicepresidente, Inocente Guerras Neila; tesorero, José San Román de Vega; contador, Eladio Hernández Martin y secretario, Félix García Osorio. Los 16 restantes escogidos en las urnas asumieron funciones de vocal. Ostentaban el puesto, honorífico y sin remuneración, por un sexenio, renovándose la Cámara por mitad cada tres años. Debían mantener al menos una sesión mensual, salvo el período inhábil de julio y agosto. El 28 de octubre tendría lugar la primera reunión tras su constitución.
El rotativo publicaba que el gobernador Gámir "congratulándose de haber sido, después de los intentos malogrados, quien llevase a feliz término los trabajos de organización para constituir la entidad oficial, expresó que aunque realmente su misión había terminado con ellos, le complacía mucho presidir la primera sesión que celebraba la junta directiva, a cuyos vocales entregó uno por uno sus credenciales significando la confianza que tenía en el éxito de su gestión de lo que era garantía las relevantes cualidades que les adornan".
Terminada la sesión, el gobernador ofreció a los asistentes en sus habitaciones un "lunch", en el que, junto a él, fueron anfitrionas su esposa Carmen Rubert y su hija, Carmen Gámir.