Sonsoles Sánchez-Reyes

A otra luz

Sonsoles Sánchez-Reyes


El maquillador del cine

22/05/2024

El 23 de febrero de 1957, el Diario de Ávila publicaba una extensa entrevista de José Luis Mayoral con Antonio Florido, historia viva del cine español, el maquillador más antiguo del séptimo arte en nuestro país.
Florido había maquillado a las estrellas de la industria cinematográfica española durante 33 años, teniendo en su haber 160 películas. Retirado de la profesión y buscando un clima seco que se acomodase a su salud, se había afincado en Arévalo recientemente junto con su pareja Antonina, donde llevaba una existencia apacible al frente de un negocio de peluquería.
En la entrevista, Mayoral define a Florido como "un hombre mayor, interesante, de porte distinguido y extraordinaria simpatía" y palabras "firmes, seguras". La última película en la que caracterizó al plantel de actores fue "Manolo, guardia urbano", en 1956, con la que concluyó su trayectoria profesional. Otros de los emblemáticos films en los que trabajó fueron "Bienvenido, Mister Marshall" (1953) o la primera versión de "Botón de ancla" (1948).
Antonio Florido realizó su labor bajo las órdenes de directores de tanta relevancia como Luis García Berlanga y Edgar Neville, en los Estudios Cinematografía Española Americana (CEA) de Madrid, ubicados en Ciudad Lineal, donde maquilló en la práctica totalidad de las películas más importantes allí rodadas. Los seis platós del complejo fueron inaugurados el 28 de octubre de 1933 y tuvieron su apogeo en los años 50, desapareciendo en 1966. Hoy, queda como único recuerdo el nombre de "Puente de la CEA" para un viaducto que cruza la A2. 
En las declaraciones para el periódico abulense, Florido se sinceraba sobre actores a los que había conocido muy de cerca, como Lola Flores, Carmen Sevilla, Paquita Rico, Jorge Mistral, Manolo Morán y Paco Rabal, mostrando al entrevistador sus fotografías con dedicatorias. Mayoral concluía así: "Iba hablando pausadamente, pensando lo que decía, pero sin que su expresión delatara en ningún momento el menor titubeo. No obstante, en su rostro aparecía, a veces, un gesto que revelaba cierta nostalgia de lo que él mismo ha resuelto terminado".