Según parece el ser humano es violento por naturaleza, salvo algunas excepciones. ¿O es lo contrario? De todos los modos, incluso en personas aparentemente tranquilas, sosegadas y pacíficas, a veces surge "el otro yo" y en determinados momentos la violencia, aunque sea sólo verbal, e incluso simplemente mental, hace que se replique en nosotros el extraño caso del doctor Jekyll y míster Hide, famosa novela de Stevenson, que por desgracia, en ocasiones resulta más real que ficticia.
La violencia ha acompañado al hombre desde el principio de los tiempos. Agresiones y guerras han formado "o deformado" nuestra sociedad. También muchas personas han reflexionado sobre este comportamiento. Filósofos, poetas, escritores y pensadores han cuestionado el uso de la violencia y afirmado que el ser humano tiene capacidad de resolver los conflictos sin recurrir a la destrucción.
Algunas figuras, casi de carácter anecdótico, pero de gran importancia han demostrado que es posible luchar por la justicia sin recurrir a la violencia. Martin Luther King y Gandhi son posiblemente los máximos exponentes de esta lucha tan desigual.
Desde entonces ha pasado ya algún tiempo y esta lacra no sólo no ha desaparecido sino que con los avances tecnológicos y la "evolución" de la sociedad se le han añadido otras como la desigualdad económica, el machismo, la violencia vicaria, el racismo y diferentes políticas que perpetúan el sufrimiento de más desfavorecidos.
A veces la violencia también es un negocio. Tal vez tengan la culpa cuatro locos que a su vez son mandatarios de algunos de los países más armados y que hacen lo que les viene en gana sin importarle las consecuencias, masacrando a miles de víctimas inocentes, y donde la ONU, OTAN y otros organismos internacionales han demostrado que apenas sirven para nada cuando se trata de frenar a los más poderosos. Las guerras son también un verdadero negocio para los fabricantes de armas y medios de agresión. Actualmente con el estado en el que nos encontramos a nivel internacional, a todos los países les ha dado por aumentar de forma brutal el gasto armamentístico ante el miedo de una agresión de sus vecinos menos amistosos, y del peligro que se cierne sobre nuestras cabezas de una guerra nuclear que puede mandarnos a todos al carajo si a esos mandatarios locos que andan sueltos por ahí, les da por apretar el botón rojo. Ya lo predijo Asimov en sus libros y reflexiones hace más de cincuenta años: "el ser humano de seguir a este ritmo insostenible, avanzará hacia su propia autodestrucción". Y en una guerra global no va a ganar nadie porque sería una masacre total; pero eso a los mencionados anteriormente yo creo que hasta les da igual, porque su cerebro debe estar vacío o sólo lleno de humo y pólvora. :-(