Olvidados los encuentros y cenas familiares, los regalos y todos esos bien intencionados deseos de felicidad, la vuelta a la rutina diaria supone una ansiada normalidad y la correspondiente complejidad de asuntos que habrá que ir dándoles soluciones a lo largo de los próximos doce meses. Dejando a un lado los líos nacionales, en Ávila los líos son parte de su esencia. Siendo una Capital menuda parece que los líos se multiplican y que las cosas o no se logran o tardan más en alcanzarse de lo que sería considerado normal.
Un recorrido por los numerosos líos necesitaría varias columnas semanales para poder explicarlos y buscar sus responsables, aunque los líos en su mayor parte tienen el mismo origen. Falta de compromiso, voluntad e impulso político. Los líos pasados siguen estando presentes y sin solución alguna. El coste del peaje de la autopista ha vuelto a las primeras páginas con reclamaciones y acusaciones que olvidan el origen de lo que para los abulenses ha venido siendo considerado la gran lacra para su progreso. Olvidada cualquier mejora ferroviaria y con el eterno proyecto Prado a la deriva, no parece que tampoco este año sirva para deshacer estos eternos líos –se han unido otros más rocambolescos– que llevan años enredados.
Líos tiene el Ayuntamiento de la Capital donde ha entrado en el nuevo año sin presupuesto –sin plata por usar el término de moda– para la gestión de los servicios públicos. Nada insignificante por otro lado, si es algo embarazoso y sintomático del devenir de un ayuntamiento que al no contar con mayoría absoluta el partido más votado no puede ejercer su capacidad de gobierno con riesgo de paralización. En las próximas semanas el alcalde tendrá que aceptar el apoyo que le brinden los tres concejales de VOX (se arriesga a perder votantes) o mantener los presupuestos prorrogados hasta que algún otro grupo de la oposición pueda darle el aval necesario.
Al parecer decidido que VOX (no se sabe dónde –otro lío– y que podría llevar a sus concejales al grupo de no adscritos) se abstenga o vote a favor del presupuesto municipal habrá de ser transparente a cambio de qué serán sus votos. En la encrucijada de ser coalición en el gobierno regional este apoyo a un partido local no parece creíble con solo aludir la manida frase de facilitar la gobernanza. La probable exigencia de que el equipo de gobierno restringa y elimine ciertas liberaciones y dedicaciones exclusivas o reduzca el personal de confianza será una de las peticiones superficiales e insuficientes. Tendrá que haber más cosas. Uno de los retos municipales para este año será implantar el PMUS –Plan de Movilidad Urbana Sostenible– que llevará la restricción de la circulación y la creación de zonas de bajas emisiones que, ya, en campaña electoral fue criticado y que no compartía –pidió su retirada– la formación de ultra derechas.
Conseguir que alguna otra formación dé un voto de confianza al equipo de gobierno no parece estar en el guion, de ahí que este acuerdo –nada menor– puede marcar el devenir de una legislatura local recién iniciada. Mas allá de que se presente como un acuerdo puntual –sin importancia–m la necesidad de aprobar al menos tres presupuestos más en este mandato no es nada anecdótico. Aprobado un año, porque no aprobar los siguientes y ello convertiría en cuasicontrato de gobierno los votos de VOX a favor del presupuesto de XAV. Todo está abierto incluso un acercamiento más duradero de cara a futuros comicios. Más líos.