Sonsoles Sánchez-Reyes

A otra luz

Sonsoles Sánchez-Reyes


La Chata (y II)

06/07/2024

La visita de tres días en 1908 de la popular infanta Isabel "la Chata", hermana de Alfonso XII, fue todo un acontecimiento en la sociedad abulense.
La noche del segundo día, Isabel de Borbón asistió en el Coliseo Abulense a una función de cinematógrafo organizada en su honor.
La última jornada, el 5 de agosto, oyó misa a las 9.30 en la Casa Natal de Teresa de Jesús, antes de acercarse a San Juan y a la Academia de Administración Militar en el Palacio de Polentinos, firmando en el libro inaugurado en 1904, con motivo de la visita del rey Alfonso. El trayecto de esa mañana fue frenético: prosiguió hasta el Hospital Provincial, donde la infanta señaló que muchas capitales de mayor tamaño que Ávila no tenían un centro benéfico tan perfectamente organizado y con tan buenas condiciones; la Casa de Misericordia, los conventos de las Siervas de María y Reparadoras, y la capilla de Mosén Rubí. Aunque no estaba en el programa, Isabel se allegó a la Inclusa. Viuda desde los 20 años, no había logrado tener hijos y estaba muy sensibilizada hacia los niños. Aún visitaría las Adoratrices, la iglesia de San Pedro y los conventos de la Concepción y Gracia.
Por la tarde, en un carruaje del Marqués de Benavites tirado por cinco mulas cordobesas, salió la infanta a las 3.30 encaminándose al Santuario de Sonsoles, de donde regresó a las 5. A dicha hora hallábanse congregadas en el Hotel Inglés todas las autoridades, al objeto de despedirse de la infanta.
Después de vestir el traje de viaje, montó en su automóvil, partiendo a las 5.30 en dirección a La Granja, a los acordes de la Marcha Real, entre aclamaciones del público.
La infanta Isabel entregó al alcalde abulense 500 pesetas para que las distribuyese entre los pobres de la población. Además, en cada convento que visitó dejó limosnas. El regidor, a su vez, le regaló varias medallas con la imagen de Nuestra Señora de Sonsoles. También ofreció a la infanta media docena de cajas de yemas de Santa Teresa el creador de la receta original de 1860, el industrial Isabelo Sánchez, de la confitería La Dulce Avilesa, posteriormente La Flor de Castilla.