Estamos asistiendo a un crecimiento exponencial del turismo en el mundo, en particular en España, y más concretamente en Ávila. Es un proceso positivo, ya que genera unos ingresos muy importantes, en España de más de ciento cincuenta mil millones de euros, un gran desarrollo de la hostelería en todas sus versiones, y un importante crecimiento de la demanda de mano de obra. Es un fenómeno importante en nuestro país, y en nuestra provincia, pero que necesita planificarse, ordenarse, profesionalizarse adecuadamente y supervisarse, para que no sea flor de un día, para garantizar su continuidad, y no constituirse en un monocultivo. También tenemos que asegurarnos para que repercuta en todos los órdenes de nuestra sociedad, incluidos los trabajadores.
Ha habido muchos casos en la historia, que un crecimiento desordenado y exorbitante de un sector, ha sido seguida de un espectacular hundimiento del mismo, y tenemos un cercano recuerdo del boom de la construcción, seguido de una ruina del sector en pocos meses, que arrastró nuestra economía y produjo la ruina a muchas personas, y su endeudamiento para muchos años. Es por eso, que tenemos que intentar crecer en la industria del turismo, de una forma ordenada, dotándola de una estructura altamente profesionalizada, con buenos servicios, personal profesional bien pagado, y tratar de evitar el enriquecimiento desmesurado en poco tiempo. En definitiva, huir del pelotazo.
Porque los beneficios rápidos, basados en una demanda creciente, provocan una subida de precios, y un déficit de personal cualificado difícil de mantener. Las subidas de precio, que claramente notamos hoy en día, afectaran tarde o temprano en nuestros hábitos, y en los de los turistas. La organización patronal se queja de la falta de mano de obra experta, altamente especializada y fiel, mientras que desde los sindicatos se quejan de salarios bajos, horarios excesivos e incompatibles con la conciliación familiar, abuso de las horas extra y problemas con su retribución correspondiente. Posiblemente todas las partes tengan su parte de razón, en mi opinión, pero hay algo que nadie denuncia, que es la jubilación de una gran parte de los empleados de la hostelería mayores, que han sufrido unas condiciones de trabajo muy duras, y que no va a ser fácil sustituirlos. Creo que todos conocemos muchos camareros y personal de la hostelería, que conocían nuestros gustos y necesidades antes de abrir la boca, empleados con veinte, treinta o más años de servicio, con una profesionalidad increíble, que se han retirado a un merecido descanso. Y no hay relevo para ellos, porque la gente más joven, no está dispuesta a soportar lo que ellos aguantaron, a no ser que las condiciones económicas sean muy superiores, y no parece que los propietarios de los negocios de hostelería estén por la labor, alegando que en negocio no lo soporta a largo plazo. Y puede que tengan razón, porque supondrá una subida de precios adicional.
Hay algo que podemos hacer todos para colaborar en la sostenibilidad del sistema, y afecta a los horarios de los establecimientos turísticos. No es razonable que en España, en Europa es muy diferente, consideremos normal ir a comer a las tres y media de la tarde, o acudir a cenar pasadas las once de la noche a un restaurante, y no estoy exagerando. Es una locura que los horarios de los trabajadores de la hostelería sean tan disparatados, que produzcan una incompatibilidad familiar, o que obliguen a dobles o triples turnos, porque no es sostenible. Tenemos que disciplinarnos en mantener unos horarios racionales, y ser conscientes que no podemos tener el derecho de seguir tomando copas indefinidamente, sin ser conscientes de que estamos perjudicando el descanso de los trabajadores y los beneficios de las empresas. Esta tiene que ser nuestra contribución a la sostenibilidad del sistema, y a nuestro excelente sector de la hostelería, que es un lujo que tenemos, y que no deberíamos despreciar.