Acontecimientos notables para el próximo domingo 23 de febrero. Uno, el tercer aniversario del execrable crimen de Putin contra Ucrania. No ha logrado más que arrancar vidas y arrasar una parte de ese país; destrucción y crímenes; además, el coste del vandalismo ruso ha aflorado su debilidad bélica; Grand Continent informa de las cuantiosas pérdidas rusas, más del 50% del material que tenía antes de 2022; solo la amenaza nuclear les permite mantener el conflicto vivo. En su indignidad, se plegarán a Trump.
El americano iba a terminar con la guerra en horas. Su posicionamiento da aire al sátrapa ruso, que gana; los ucranianos, pierden; la Unión Europea, ninguneada, y Trump, a lo suyo, se forra y descompone al Occidente político. Los sátrapas avanzan junto con plutócratas poderosos y contra viejos socios. El caos será su fin, esperemos que no sea demasiado tarde.
El segundo acontecimiento: las elecciones alemanas, también ese día, y este país se enfrenta a sus demonios interiores y exteriores. La derecha neonazi, Alternativa para Alemania (AfD), recibió el mayor número de votantes de los länder de la antigua Alemania del Este, en las elecciones de 2024, con ayuda de Elon Musk, contumaz en sus andanzas. Angela Merkel no fue profeta entre sus antiguos paisanos que se sienten ninguneados por el resto de los alemanes, y dolidos pueden agarrarse a los populismos; sabemos que la frustración es causa del exceso de expectativas. La excanciller, en sus memorias, refleja parte de ese descontento cuando afirma: "Hasta el último día que tuve responsabilidad política, durante más de treinta años, me acompañaría la cuestión de cuándo y cómo se completaría realmente la reunificación alemana".
Es el momento. La Unión Europea necesita más que nunca ser un todo, pese a sus múltiples peculiaridades; la diversidad no es negativa, si la racionalidad y el sentido común se aplica, pero construir es difícil cuando brotan los nacionalismos e independentismos, acompañados de una patulea de indigentes intelectuales y vocingleros, ávidos de poder, que aprovechan esta babel de lenguas e ideologías. Destruir es fácil y el barbarismo avanza.
Europeísmo frente a quienes trabajan la implosión, como Orbán, lamiendo la mano de Trump; la italiana Meloni, alineándose con EE.UU. en su ataque a la Corte Penal Internacional; e incertidumbre en Alemania, donde la ultraderecha podría desestabilizar la democracia. Recordemos el Brexit, la Albión profunda dañó el futuro de los británicos jóvenes, ahora les duele, tiempo de llanto, pero el orgullo les impide reaccionar.
Junto a los enemigos internos se afanan los externos, el exespía de la KGB, empeñado en manosear a la Unión Europea e interferir en nuestra vida, y Trump embarrando. Rusos y americanos quieren el mercado europeo, pero manejándolo ellos. Todos estos temen y odian la Democracia. Los nostálgicos exsoviéticos, Orbán y otros quintacolumnistas, conspiran junto a sus viejos dominadores y verdugos contra la Unión Europea, esos satélites no pierden la condición servil; en su torpeza, ignoran que aquí tienen luz propia, lo de Putin es una quimera, un planeta apagado que explotará antes de desaparecer, ¿lo sabe Trump?
Responder al jactancioso de Trump con lo mismo, los aranceles, tal vez sea la oportunidad de la Unión Europea, que es un gigante en lo económico, pero muestra ahora uno de sus mayores errores, haber fiado la defensa a EE. UU. Es momento de rectificar y planificar; será un dolor momentáneo, pero alivio para el futuro, ese lugar donde queremos vivir con normas sociales y de derecho propias. Sabemos que tanto americanos como chinos tratarán de empujarnos el uno en los brazos del otro. A Rusia le han asignado el papel de desestabilizar e infundir miedo.
La Agencia Europea de Defensa creada en 2004 necesita encontrar su camino, falta concretar e implementar, con o sin OTAN. A nadie nos gusta que nuestra gente, nuestras familias y amigos, se vean envueltos en un conflicto, y menos viendo las imágenes de Ucrania y de Gaza, pero el dicho latino cobra plena actualidad: Si vis pacem para bellum (si quieres paz, prepara la guerra).
Europa no puede ser la paniaguada de nadie. Tiquismiquis, corteses y afectados, pudieran vernos belicosos; a estos les proponemos que negocien con Putin, Trump, o Xi, con la palabra y el razonamiento; nos dirán que ya está la ONU: sin comentario. Lo cierto es que con sátrapas, matones y demás hijos de Putin poco, o más bien nada, se puede hacer con el uso de la diplomacia.
Es recomendable la lectura del informe Draghi, (disponible en internet), para como afrontar la posición de las otras potencias, sobre todo China y EE. UU. Hay que ponerse las pilas, pues sabemos por experiencia que la inacción y la supeditación a los poderosos es peor, ya que afectará a nuestra forma de vida tal y como la entendemos los europeos. La Unión Europea no debe actuar solo cuando aparecen las crisis y frente a los adversarios se debe aplicar la tercera ley de Newton: a toda acción corresponde una reacción de igual intensidad en sentido contrario
Nacionalistas y nostálgicos tienen miedo a la libertad, pero abusan de la democracia; los indolentes facilitan que sátrapas y plutócratas decidan por ellos; partidos, grupos y acólitos negacionistas no quieren que la Unión Europea progrese, pero, eso sí, todos viven parasitando sus ubres. Cuando la desgana y apatía triunfan florecen situaciones como la vivida en Madrid el pasado fin de semana, reunión de la ultraderecha de 14 países. No les gusta la Unión Europea social, ni la democracia liberal, ni los vulnerables, ni los otros. Han adoptado y adaptado el lema Trumpista, de MAGA a MEGA.
Cuidado con los salvapatrias y oportunistas, aquí y en el mundo. Sabemos a ciencia cierta la enfermedad y la medicina a aplicar es: Europeísmo frente a barbarismo, y más democracia.