Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


Estamos rodeados

06/04/2025

Legislar de manera que nadie pueda ocultarse, que nadie se proteja con los aforamientos, que la ley caiga con todas sus consecuencias sobre quienes se aprovechan del anonimato o del ventajismo de su posición, es crucial para una democracia sana. Sí, los ciudadanos queremos menos tutelas, menos dirigismo y más compromiso. La verdad y los taquígrafos han de alumbrar el camino. He prometido escribir de nuestros mayores más, y sobre la estupidez también. Ninguno estamos libres de caer en ella.

Los ritos son repetitivos para que se graben en la memoria, por esa razón hay que recuperar de nuevo lecturas como el estudio Las leyes fundamentales de la estupidez humana, de Carlo Maria Cipolla, lectura vital en tiempo de imbéciles. Y sí, amigo Federico Ysart, estamos rodeados, y como siempre, el periodismo y los periodistas deben sacar las linternas. Este no es un oficio de fracasados, como tituló con cariño Rodolfo Serrano en uno de sus libros, es el oficio imprescindible, y más necesario en momentos de oscurantismo. Jeffrey Goldberg, de nuevo el periodismo, desveló aquel chat de los cerebros de la seguridad nacional de EE.UU. Algunos generosos tachan a los personajes de inexpertos, pues no, están perfectamente clasificados en la "Enciclopedia de la estupidez" de Matthijs van Boxsel: "estupidez coral".

Conocida la sentencia que condenaba a la ultraderechista Marine Le Pen, cinco minutos tardó la jauría de la extrema derecha en aullar, dentro y fuera de la Unión Europea. Algunos soportes del imperialista Putin y, no podía faltar el perejil de todas las salsas, Trump, quien ha comparado su situación judicial con la de la señora Le Pen. Si la derecha que se supone civilizada no da un paso y se aleja de esas fauces, perecerá políticamente, entonces la democracia tendrá un serio problema.

"La humanidad se encuentra en un estado deplorable", relata, al inicio de su libro C. M. Cipolla, y añade que entre burócratas, generales, políticos, funcionarios y jefes de Estado, – añado exjefes de Estado–, se da el más exquisito porcentaje de individuos fundamentalmente estúpidos. Lo peor para los ciudadanos es que están protegidos por las leyes que ellos mismos se han dado y, nosotros, en nuestra candidez, ignorancia o prudencia, hemos de aguantar el chaparrón. Personajes que por exceso de celo, arbitrariedad o prepotencia se instalan en la estupidez. La obra de Cipolla nos ayuda a entender esos comportamientos, cuando el autor conjuga inteligencia, estupidez y maldad para clasificarlos.

Se lleva la palma aquel cuya estupidez no le reporta beneficio, ni le importa dañarse así mismo. Son los de cuanto peor mejor y eso sucede ahora en el mundo, y por supuesto en nuestro país. Te despiertas con los telediarios, los periódicos, las emisoras enviando mensajes de manera machacona a cuál más doloroso, se muerden entre ellos y meten la pata con frecuencia. Presidentes de CC. AA., varios expresidentes de Gobierno, una vicepresidenta en activo, un obispo, un …

La vicepresidenta y ministra de Hacienda, nos parece que se explica fatal, deja la presunción de inocencia al borde del abismo. Faltan recursos legales y sobra precipitación política y sinrazón. Cuando no se cuidan las formas los fondos naufragan. Señora Montero, da usted material a todos esos energúmenos, fundamentalmente políticos y opinadores, que están con la escopeta preparada, y encantados del error; los profesionales de la judicatura critican, obvio, pero recordemos que son corporativos. ¿Y los del PSOE ?, se suben por las paredes dando explicaciones peregrinas, recuerden el artículo 24 de la Constitución. En la Edad Media, el culpable debía demostrar su inocencia, tener que recordar "in dubio pro reo" en el siglo XXI es vergonzoso. Esperemos, todos, la última voz de los tribunales.

Sí, a veces se aplica la ley, pero intuimos que no se ha hecho justicia, el sistema democrático tiene esas cosas, pero el Estado de Derecho debe ser defendido, salvo que queramos ser súbditos de Trump o Putin, como los defensores de la señora Le Pen. Por supuesto, todo es criticable, y las sentencias judiciales también, faltaría más, pero la crítica correcta, para bien o para mal, requiere del momento oportuno, "que las prisas no son buenas… y se acaba por llorar". Con lo intempestivo crece la algarada, nace el miedo y da lugar al pánico, este es contagioso y se extiende al colectivo.

Vivimos tiempos de amenazas implícitas y explicitas, de conflicto. Luz, más luz, es la medicina. Recoge Serrano, de las memorias de Cándido, excelsos periodistas ambos, que: "los periodistas éramos como bufones sin más cometido que desviar la atención del gran banquete canibalesco en el que estaban ocupados los vencedores"; no cualquier tiempo pasado fue mejor.

Como en las viejas películas de vaqueros, hagamos un círculo con la verdad y el respeto, y rompamos ese rodeo al que nos quieren someter los antidemócratas y salvajes. Las balas más molestas salen del teclado y de la pluma. La violencia física es la que aplican con su proceder Trump y Putin y sus seguidores. Esos sátrapas pretenden ser emperadores, ansiosos por perpetuarse en el poder como Cesar, Nerón o Calígula, solo el 25% de los emperadores romanos murieron por causas naturales, el resto, en la batalla o a manos de sus más insignes aduladores.

En España los aforamientos fueron necesarios para proteger la democracia y las instituciones de los nostálgicos del régimen. Los aforamientos tuvieron razón de ser con una democracia naciente, ahora, hoy, todos deberíamos afrontar la ley sin escudos. Ya debería estar abolida la ley mordaza. Deberían existir leyes que castigaran a querularios, mentirosos, difamadores y defraudadores de manera ejemplar. Si todos somos iguales ante la ley, ¿por qué los caminos se llenan de obstáculos para su aplicación? ¿Por qué permiten que el tiempo lo pudra todo? ¿Hay miedo en las alturas de la pirámide? Ahí seguimos.