El pasado viernes el consistorio capitalino celebró el primer pleno del año. Las vibraciones eran de mal rollo tras oír las intervenciones cargadas de inquinas personales a modo de reyertas –más allá del picante admisible–. Legislatura perdida para los abulenses.
El fondo de los debates fue fiel reflejo de grandes carencias de unos representantes municipales que parecen desconocer los verdaderos problemas de una ciudad que no solo no avanza, sino que retrocede. Esta misma semana se ponía sobre la mesa del Congreso los eternos problemas ferroviarios de Ávila (el ministro, no sin cierta sorna, anunció que vendrá en tren para comprobarlo). La constante huida de empresas sin que vengan otras (nada hay de la machacona y fantasmagórica compañía anunciada desde su anterior mandato por el alcalde) o el desolador paisaje comercial que está dejando el insistente cierre de locales comerciales, entre otras muchas más insuficiencias y perdidas de oportunidades.
En espera de que el Ayuntamiento de Ávila consiga aprobar un presupuesto para este ejercicio (moción de confianza o censura), los concejales electos pasaron la mañana en el  angosto patio de butacas del salón de plenos batallando por poner el nombre de Concha Velasco al Palacio de Congresos Lienzo –desacertado– (Aurora Bautista –1962–, Blanca Portillo y otras más –Sarah Berhardt, María Guerrero, Lola Membrives, María Palou y Carmen Muñoz Gar–  interpretaron a La Santa); por adherirse a la red de ciudades que caminan –prescindible–  (retirada por su «alto coste»); o por solicitar la declaración de interés turístico regional la fiesta del barrio de las Vacas –desatino–. Aprobada por unanimidad, pero más pensando en no perder los votos de ese barrio que verdaderamente en que se tenga merecimiento para ello. Requisito exigible es que traiga visitantes de fuera de la región –ficticio– cuando no evitar que los abulenses sean los que se marchen. 
 Si esto es todo lo que los electos representantes municipales consideran necesario para Ávila son excesivos los impuestos que pagan los abulenses (se quieren subir) para tanto talento y esfuerzo creativo.