Cuando el ómnibus cruzó el suelo patrio, todo el sistema tembló por el volumen de la carga. Caminaba lento hacia la estación término. Los conductores estaban empeñados en llegar al final. Sucedió que se desenganchó por arte de algunos, así que los hechos cambian, los protagonistas también, y los relatos han de adaptarse a la realidad. Ahora, reescribir un guion en medio del rodaje puede llevar a un final imprevisto.
El artículo 82 permitía la carga, pero un Congreso dividido mando parar. Fue un alto momentáneo. Se aligeró el peso y el trayecto continuó. La parte social, lo urgente, de un lado, parece no tendrá dificultades. El resto, lo fiscal y económico, para más adelante. No ha habido descarrilamiento, pero se ha aprovechado para incorporar una iniciativa, más postureo independentista, que ha sacado los colores al presidente. Es cosa política, y como se dice vulgarmente, parece una bajada de pantalones, los independentistas han negociado, o impuesto, depende de quien lo relate, una posible tramitación de moción de confianza, prerrogativa que corresponde solo al presidente (172 CE); este maniobró diciendo: "no veo necesidad de hacerlo". Como dicen en los pueblos, "bueno será para freírlo".
Según las consecuencias de cómo se desarrolle esa tramitación, que solo el presidente puede invocar, puede suceder que el interfecto cayera en la tentación de adelantar las elecciones, con unas medidas sociales ya implementadas para la ciudadanía, y con la oposición debatiéndose en que hacer ante este ómnibus. O puede que el trágala sea mutuo y se aprueben los presupuestos. Estamos ante dos futuribles contrapuestos
Si hubiera elecciones, ¿se harán ojitos, como escribimos hace 10 meses, JUNTS Y PP? ¿Qué hará VOX? ¿Cómo acogerían a esos socios los independentistas promotores del 172 con una Cataluña bastante normalizada? Tiempo de magos, druidas y demás personal. Esto no hay inteligencia artificial que lo resuelva, y la humana, veremos.
En el tránsito, ¿qué ocurrió? Ahora que está de moda la película "El 47", el Gobierno se montó en el ómnibus 86, destino: Congreso de los Diputados. Allí se presentó y los topes de la oposición pararon la marcha, momentáneamente, luego prosiguió, tras la charla y negociaciones entre conductores y congresistas, no todos. En los fundamentales permaneció prácticamente como en su origen. La pretensión de que fuera votado de una sola vez no ha eliminado el fondo de las propuestas.
Las explicaciones de cada parte muestran las argumentaciones. Nos fuimos a la Constitución española (CE), ahí estaba la respuesta en el 86: "No podrán afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en el Título I, al régimen de las Comunidades Autónomas ni al Derecho electoral general". Se ha hecho política. Parece que se ha dado prioridad a las medidas sociales, "lo de comer". Como JUNTS, el PP votará a favor, ¿y VOX?
Leímos las medidas, tal vez el malvado monclovita pretendía colar alguna medida intragable, eso justificaría un varapalo. ¿Era urgente: revalorizar las pensiones; agilizar las ayudas por las consecuencias de la DANA; subir el Ingreso Mínimo Vital; prorrogar el Salario Mínimo Interprofesional? ¿Qué pretendía Sánchez? No parecía que ninguna contraviniera ese artículo 86 de la CE. Y como es política, lo social va todo ahora; lo tributario y fiscal, y otros asuntos, que benefician a ciertas industrias, como la electrointensiva y la bancaria, se verá. En esa segunda etapa veremos a la derecha e independentistas más fuertes, pues poderoso caballero es don dinero. No había otras pretensiones crípticas que justificaran la primera caída, o una segunda. En todo caso, repetimos, o continúa la legislatura con presupuestos aceptados, o se anticipan las elecciones.
El malvado gobernante, Sánchez, según la oposición, solo piensa en sí mismo, y se defiende ante el ansia de los otros por la Moncloa. El espíritu, el síndrome, de la Moncloa, abduce a quien la habita y es atracción fatal para pretendientes. Evidentemente, la táctica y estrategia opositoras tienen un único objetivo: ocupar el espacio del otro, es legítimo, ¿pero importan las formas? Ojo con el ruido excesivo, acaba molestando. Sube el nivel de hartazgo ciudadano y la desafección para con la democracia por mor, actitud y obrar de los políticos: eso sí que es grave. Y tal como están las intenciones de voto, si gobierna la derecha, ¿lo hará con VOX?, y JUNTS; la derecha catalana, ¿apoyaría con VOX en la sombra? El tiempo mostrará caretas, callará a bocazas, y desvelará más postureos.
Si el Gobierno hubiera considerado la petición de la oposición, aprobar cada disposición legislativa de manera individual, habría dilatado su aplicación con la consecuente angustia de los administrados, afectados y beneficiarios de la misma, no parecía lo ideal. También hubiera podido tener la tentación de dilatar la aprobación de las medidas, como quería la derecha, los nacionalistas de JUNTS y la ultraderecha; el malvado conseguiría así que la oposición se cociera en su propio caldo. En ambos casos, cabreo del ciudadano.
Escribíamos en junio de 2024: "Observamos con estupor o sorna como, ante un amago de moción de censura, el líder del PP hace "ojitos" a JUNTS, a Puigdemont, el prófugo, el hombre "sin ego", qué ironía. Dejamos nota hace meses, en esta misma columna, de una posible conjunción astral, como ya hicieran Pujol y Aznar, en aquel "pacto mayestático del hotel Majestic".
La política es el arte de lo posible, de bajar a tierra los proyectos y las ideas. Todos, en todos los tiempos, practican los pactos, y todos suelen olvidar en función del cortoplacismo. Unos lo llaman componendas, otras avenencias para evitar daños, cada cual que elija. Guste o no, es: democracia. Beatriz Arzamendi Zeziaga, compositora y música, dice: "el público de un concierto debe ser cómplice de la música que escribes". Los políticos, ¿componen o descomponen? Continuará.