Cada vez que entramos en un período electoral, vuelve a surgir el tema de la España vaciada, abandonada a su suerte, como si se tratara de un tema novedoso, del que se acuerdan los partidos cuando se acerca la contienda, y surgen una serie de iniciativas, más o menos afortunadas. La mayor parte de las proposiciones tienen un marcado carácter electoralista, y poco recorrido por utópicas o irrealizables. La concentración de la población en las grandes ciudades, es un proceso irreversible desde hace muchas décadas. Las oportunidades de trabajo en torno a estas megaurbes, no es posible alterar. Las grandes empresas multinacionales de servicios o tecnología, se agrupan en torno a los centros de distribución y comunicaciones, precisan grandes centros universitarios que les puedan suministrar mano de obra muy especializada, y necesitan una cercanía a la administración central. Aparentemente poco se puede hacer.
En el caso de Ávila, que estamos relativamente cerca de la capital de España, poco más de cien kilómetros, lo que en principio es positivo, tenemos un grave problema de comunicaciones. Es el más grave de nuestros problemas, sin solucionarlo estamos condenados al fracaso, con un ferrocarril tercermundista, gravosas comunicaciones por carretera, junto con una población descendente y envejecida, una clara falta de industria de todo tipo, y una infraestructura universitaria limitada, fruto de este aislamiento. De mantenerse esta situación, no tenemos solución posible. La situación es complicada, porque, además somos muy poco reivindicativos y exigentes, somos de buen conformar y poco dados a la protesta. ¿Qué se puede hacer? ¿Hay algún margen de mejora?
Yo voy a hacer una propuesta, que no va a gustar a una buena parte de la clase política, pero creo que está en la raíz del asunto. La lenta decadencia de nuestra ciudad y provincia, depende de manera decisiva de la mejora sustancial de las comunicaciones. Es nuestro futuro y para ello propongo que si no se comprometen los grandes partidos políticos a solucionarlo, que son los que tienen posibilidades de arreglarlo, con medidas concretas y un programa exigible en unos plazos razonables, VOTEMOS EN BLANCO. No estoy pidiendo el voto para los partidos populistas minoritarios, que no tendrían ningún inconveniente en aceptar, puesto que son conscientes de que no está en sus manos la solución. Tampoco estoy pidiendo la abstención, que todos lo podrían justificar a su favor, estoy solicitando una inmensa mayoría de votos en blanco, un setenta-ochenta por ciento de votos en blanco, que revelen de forma palpable que no nos resignamos a una lenta desaparición, que exigimos soluciones a nuestros problemas, y que no queremos privilegios, ni gavelas. No es justificable que todas las ciudades que rodean Madrid tengan AVE, excepto Ávila, que ninguna tenga peajes excepto Segovia, solamente pedimos EQUIDAD. Tenemos que exigir nuestro derecho a la supervivencia. Estoy seguro que los principales partidos políticos, encontrarían soluciones para evitar esta discriminación.
Una vez resuelto el problema del aislamiento que padecemos, de la marginación de las vías de comunicación que actualmente sufrimos, sería el momento de ponernos manos a la obra, para poner en valor las características de nuestra población y provincia. Porque tenemos grandes nichos de oportunidad, como una calidad del aire y medio ambiente admirable a pocos kilómetros de una capital altamente contaminada, una seguridad ciudadana envidiable, una disponibilidad de vivienda a precios reducidos inmejorable, una baja conflictividad social, una buena calidad de vida en resumen, que sería muy atractiva para muchos habitantes de Madrid. Poder vivir en un ambiente mejor y más relajado, con más seguridad y confort, sería muy atractivo, si estuviéramos a una distancia en torno a la media hora, y si las comunicaciones fueran eficientes y regulares. La mejora de los servicios vendría a continuación, como consecuencia de esta nueva situación e incremento de la población. Ávila podría remontar en pocos años, y podríamos ofrecer un futuro a nuestros hijos, y si pudiéramos ponernos de acuerdo en lograr ese futuro, seriamos imparables.