Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


¡Muerte al ego!

09/06/2024

'El día después', título de una película catastrófica, narra los horrores de un cataclismo nuclear tras un enfrentamiento entre americanos y soviéticos. Para los europeos, el día después será comprobar quién se llevó el gato al agua, tras las europeas, y las consecuencias derivadas de según cómo se asocien o agrupen los partidos políticos; y qué papel adoptarán los extremistas. 
El año 2024 viene preñado de acontecimientos y debemos estar alerta ante sus secuelas. Treinta y cuatro partidos se presentan, y dada la multitud de pretendientes, la primera consecuencia será los miles de votos perdidos, sin aplicación. Sí, eso ocurre siempre, el ego se impone a la razón, todos quieren poder; y sí, nunca lo corregimos. Cada ciudadano, si le fuera posible, presentaría su partido. Seguimos sin asimilar que lo colectivo, lo común, debe prevalecer sobre el ego de cada uno de nosotros, de lo contrario, careceremos de fuerza para alcanzar soluciones. 
Tras los resultados no cesará el ruido porque se confunde razón con vocerío, y se ha instalado el insulto y el escándalo. A ver qué ego chilla más fuerte, como ocurrió el día de las votaciones por la amnistía en el congreso. Cada voto de la izquierda era acompañado con la lindeza de "traidor", grito que se lanzaba desde la bancada ultraderechista. 
Observamos con estupor o sorna, cómo, ante un amago de moción de censura, el líder del PP hace "ojitos" a JUNTS, a Puigdemont, el prófugo, el hombre "sin ego", qué ironía. Dejamos nota hace meses, en esta misma columna, de una posible conjunción astral, como ya hicieran Pujol y Aznar, en aquel pacto mayestático del hotel Majestic. ¿De qué nos extrañamos? Si sucediera ahora, cosa improbable, o no, ¿cómo se justificarán uno y otro partido ante sus electores? 
Los nacionalismos, español y catalán, los egoísmos absurdos, ¿caminarán juntos después de tanto folclore? Veremos. Pesa más la lucha por descabalgar el ego que posee a todo aquel que habita la Moncloa, que llevar las ideas a la vida práctica.
Todo lo anterior, en el suelo patrio, y, ¿en el planeta? No creemos que ocurra como en la película de "El día después", pero parece que las injerencias rusas interferirán en las votaciones europeas. Como ensayo han empezado el ataque contra los juegos olímpicos de París; no lograrán sus pretensiones, pero provocarán zozobra.
Míster Putin, con un superego equiparable al de Trump, seguirá empeñado en su guerra. Decía Kaspárov, campeón mundial de ajedrez, en una reciente entrevista, que el alimento de Putin es la sangre. Masha Gessen, Stéphane Courtois, Sasha Filipenko, Svetlana Aleksiévich (perdonen la retahíla) y otros muchos autores nos han ilustrado sobre el personaje, y la cita bíblica es categórica: "por sus frutos se conoce el árbol", (Mateo 7, 19). Lo que el innoble prócer está dejando es una macedonia de maldad. ¿Dejará pequeño a Stalin? La guerra ucraniana se ha enquistado y los invasores amenazan con extender el conflicto.
Tras las elecciones, ¿la Unión Europea será suficientemente fuerte? Varias son las circunstancias a considerar: La presidencia que ejercerá Hungría a partir del segundo semestre de este año, o sea, ¡ya! Ese país se debate entre democracia y autocracia, algunos de sus líderes tienen "el corazón partío", o Rusia o la Comunidad Europea. Habremos de vigilar como se comportan durante su alta responsabilidad.
Prestemos atención a lo que sucederá en Estados Unidos. Suelen mirar por encima del hombro a Europa, con Trump puede ser peor. Esa democracia, plena, aunque con sus defectos, como todas, está entrando en una deriva peligrosa. Alguien advirtió hace mucho tiempo que allí votan solo los ciudadanos de EE.UU., pero los resultados afectan a "todos" los habitantes del planeta. ¿Ganará Trump, ese villano de comic con el "apoyo" de Putin? Este líder tampoco se distingue por su amor a la paz y la concordia. No parece haber superado la etapa infantil, en la que se descubre y define el yo (ego).
En China, si el ego del gobernante destaca demasiado, el partido corta por lo sano; desaparece el interfecto con ego incluido. La potencia asiática, muy zorrocloca, observa atenta. El comunismo capitalista tiene sus mercados en las otras potencias y, para más inri, el país asiático es el tercer tenedor de la deuda americana, tras la propia Reserva Federal y Japón; además, la Unión Europea y Estados Unidos son los principales socios comerciales de China, (no consideramos ASEAN).
La Unión Europea, dada su diversidad, carece o rechaza tener un ego potente, y así se enfrentará a un mundo un poco más caótico. La ONU está devaluada, como muestra el caso que hacen los israelíes. La Corte Penal Internacional tampoco parece que sea muy influyente. Diríase que el menor ego acompaña a las instituciones más razonables y menos viscerales. 
Retrocede el mundo ante especímenes que se imponen por las tripas, la fuerza, la falta de escrúpulos y un ego creciente. Antaño, la dialéctica y la argumentación ideológica marcaban el debate por el poder, lo que era una especie de cortapisa ante la idiocia o posibles desmanes, impedía a los adversarios tirar por la calle de en medio; ahora, las ideologías se han difuminado y el poder nos lleva por la calle de la amargura. Parece que la razón, el diálogo y el sentido común se han perdido en el camino. La sinrazón invade el mundo y la política.
Dawkins en alguna parte de su libro, "El gen egoísta", dice que los humanos son simples almacenes de genes, y su misión es la transmisión de estos. 
O la humanidad pone un poco de sentido a la vida o se va todo al garete. Tal vez quede algún gen perdido por ahí, pero ¿será el que guarde la maldad humana o el contrario? Es vital matar el ego.