Sonsoles Sánchez-Reyes

A otra luz

Sonsoles Sánchez-Reyes


La penicilina

13/07/2024

El Diario de Ávila de 19 de abril de 1945 se hacía eco de una noticia que, aunque ahora está tan normalizada que no tendría sentido recogerla en prensa, en ese momento aún no estaba extendida y resultaba una novedad esperanzadora. Era el año en que el científico británico Alexander Fleming recibía el Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento de la penicilina.

Así, el periódico local reseñaba que el médico de la localidad abulense de El Herradón de Pinares, Fermín Portillo, había sido tratado con penicilina, con resultado satisfactorio. El rotativo afirmaba que el doctor, "desahuciado por otros compañeros de profesión, obtuvo y le fue administrada la medicación aludida. Después de haberse mantenido en su enfermedad gravísima con temperatura de 40 grados y 140 pulsaciones varios días, lleva ya 3 con pulso normal y buena temperatura".

Hacía poco más de un año que la penicilina se había prescrito por primera vez en España. El 10 de marzo de 1944, el doctor Rafael Fernández Obanza, de La Coruña, inyectaba una dosis, obtenida de las tropas estadounidenses estacionadas en el norte de África, a un ingeniero de minas de wolframio con septicemia cardíaca. Casi simultáneamente, el tratamiento antibiótico era recibido por la niña madrileña de 9 años Amparito Peinado, traído desde Río de Janeiro en avión. Lamentablemente, en ninguno de los dos pioneros casos se consiguió preservar la vida de los pacientes. En 1944, el primer salvado por la penicilina en España fue el niño de Villagarcía de Arosa Paquito Sobrido González, con septicemia, a quien el médico Manuel Tourón López inyectó el medicamento del Hospital Anglo Americano de Madrid. El pequeño llegaría a ser jefe de sección de Cirugía Torácica en el Hospital Juan Canalejo de La Coruña.

El primer éxito difundido de la penicilina en nuestro país fue la curación del célebre doctor Carlos Jiménez Díaz, quien contrajo neumonía de vacaciones en Santander, en agosto de 1944, y se restableció gracias a la penicilina conseguida de estraperlo por sus discípulos. Pocos meses después, era su colega de El Herradón de Pinares quien lo lograba.