En estos tiempos, parece que la iluminación navideña de nuestras ciudades y pueblos, es una parte esencial de las Navidades, como si fuera una de las características esenciales de las fiestas de Navidad, como si la ausencia y proliferación de luces fuera imprescindible en estas fiestas. No hace tanto tiempo, eran los belenes, las misas de gallo, o las celebraciones religiosas, el epicentro de la Navidad, y hoy en día tiene mucha más importancia los regalos, las comidas o cenas, los viajes, en definitiva, el consumo. No es añoranza, es la constatación de un cambio sustancial de estas fiestas.
Paralelo a esta exhibición de alumbrado, se ha desatado una carrera a ver qué ciudad tiene una mejor y más extensa instalación de alumbrado navideño, hasta unos extremos claramente esperpénticos. Que una ciudad como Vigo, con una población de casi trescientos mil habitantes, similar a Valladolid, instale más de once millones de bombillas, incluso más que Madrid, parece una actitud desproporcionada, el coste de energía me parece un auténtico exceso, lindante con el despilfarro, pero esto no parece molestarles a los vigueses, incluso creo que les enorgullece.
Y parece que esto va a más, se ha establecido una especie de competición, a ver qué ciudad lidera el ranking. Y se ha ampliado esta competición, a ver qué ciudad empieza el encendido antes, y a este paso, pasamos del verano a la Navidad, sin solución de discontinuidad, aunque el insigne Maduro se lleva la palma, al establecer por decreto que la Navidad empieza en el mes de septiembre. Es una carrera a ver quién plantea el mayor disparate. Es una loca carrera a ver quien aparece en la primera plana de los medios de comunicación, sobre todo las televisiones.
Esta ficción, alimentada en gran medida por el comercio de proximidad, ante el despliegue de las grandes instalaciones comerciales, a mi modo de ver es ficticia, porque por más despliegue de alumbrado en nuestros cascos históricos, no vamos a conseguir revertir la tendencia a la compra en las grandes superficies y centros comerciales. Si es difícil la situación del comercio minorista, no creo que se solucione con una exhibición de alumbrado navideño, es mucho más complejo y no se soluciona con iniciativas ingenuas. Los Ayuntamientos, que conocen el problema de la lenta desaparición del comercio minorista, no se atreven a oponerse a las grandes superficies y centros comerciales, aunque conocen sobradamente el problema urbanístico y social que supone la desaparición del comercio de proximidad. Y por si esto fuera poco, la compra on line, es la puntilla a nuestras queridas tiendas, a la relación humana que esto supone, al conocimiento y convivencia entre los ciudadanos de nuestros pueblos y ciudades.
En Ávila capital, nuestra ciudad, con unos medios materiales y económicos muy limitados, tenemos una iluminación navideña manifiestamente mejorable, supongo que por falta de presupuesto. La instalación de casetas en el Mercado Grande, ha mejorado el ambiente festivo y el gasto, pero muchos de nuestros conciudadanos, se marchan a Madrid, a disfrutar de la animación de nuestra capital, y eso es muy difícil de evitar.
El diseño y los motivos de estas luces navideñas, son repetitivos y vulgares, no tienen ninguna relación con las ciudades, la mayor parte de las veces son figuras geométricas o representaciones infantiles de estrellas, angelitos o animales, sin la más mínima imaginación o referencia a las ciudades. En fin, una moda estúpida en mi criterio, de la que será difícil sustraerse en el futuro.