Amplio revuelo se hay con eso de la condonación de las deudas autonómicas. El perdón es un principio de la fe cristiana, aunque me temo que este perdón es más del diablo. Hay dinero para lo que se quiere, o mejor para lo que el poder político ambiciona para sus propios intereses. Hace unos días me preguntaron quien tiene el poder en Ávila y la verdad no tuve respuesta, pues, aunque se pueda pensar que es la clase dirigente que resulta cada cuatro años de las urnas, ese es solo un poder de mando, pero no de autoridad y menos de influencia. De ser así Ávila no tendría las carencias que desde hace lustros padece.
Más de un decenio después, administraciones locales –desacreditadas– e instituciones ignoradas y tremendamente venidas a menos, pretenden reclamar que Ávila tenga un enlace para pasajeros dentro del Plan director del Corredor Atlántico (9 corredores de transporte para unir 27 países europeos) que se presentará este mes de marzo. Ávila no ha estado en sus primeros bocetos y no va estar, como debiera, en su dibujo final, que en 2030 pretende unir las principales ciudades, para entre 2040 y 2050 completar la red principal (las líneas ferroviarias deberán soportar trenes a velocidades de 160 km/h). Si en los albores del año 2000 Ávila fue expulsada del AVE y se tenía influencia hoy todo suena a quimera. Tímida petición para sanar una conciencia política que aglutina por igual debilidad y pasividad.
Según el proyecto de condonación de la deuda regional presentado –caramelito con licor– a cada ciudadano castellano –abulense– de manera lineal le corresponde un perdón lineal de 1329 euros (2200 euros para cualquier ciudadano catalán) del 20% de la deuda contraída por la CCAA de Castilla y León (3643 millones de euros). El gasto por habitante en esta región ascendió en 2023 a 5241,42 euros lo que traducido en la provincia abulense darían 215.162,442 euros anuales (el presupuesto regional de inversiones previsto para 2025 y no aprobado era de 78 millones).
Con estas frías cifras se podría pensar que los abulenses tienen las mismas infraestructuras y servicios que el resto de habitantes regionales y no es así (tampoco lo es con guarismos nacionales). En Ávila se tiene la impresión de que se tiene menos y peor de todo y es que igualar los desequilibrios no se consigue con quitas simétricas de deuda (¡ojalá debiéramos más!, visto lo visto), ni reflejando que el gasto sea el mismo ya que la realidad dicta otra cosa. Los números son números y en Ávila nunca se han hecho bien, pues si no como explicar que esta provincia lleve decenios sin converger –más de 20 puntos de diferencia– ni dentro de la propia Autonomía ni a nivel Estatal. Con sumas o con restas esto no parece cuadrar y es que como diría un castizo alguien, algunos, muchos nos están tangando. Admitida o no la quita no parece que esto vaya a cambiar.