Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


Tapa, trampantojo y pinchos fashion

18/06/2024

Ávila no debiera necesitar un concurso de tapas (próximo fin de semana) pues el tapeo era algo característico en la vida de la ciudad. Un ritual que cada fin de semana atrae a numerosos visitantes que además de pasear por la muralla, o visitar iglesias y palacios, van en busca de sus bares, al olor de los pinchos. Aquí van incluidas en el precio y encima se eligen (así aparece definida en alguna web especializada). 

De un tiempo a esta parte (ya antes de una pandemia que lo ha cambiado todo) una parte del sector –la más visible– se ha ido aparando paulatinamente de ofrecer variedad de pinchos, hasta el punto de que en algunos bares ha desaparecido la barra e incluso la mayoría de los pinchos, sobre todo de esa cocina de casquería tan propia de aquí. En otras ocasiones un burdo bocadillo o bocatín ha sustituido al sabroso aperitivo.

La tapa se popularizó después del periodo de escasez provocado durante la guerra civil española y Ávila –tierra pobre– la ha venido mantenido y gratis lo que la venía distinguiendo de otras localidades. El concurso de tapas –escaso de participación– es una cita innecesaria cuando en los bares es tradicional oír repetidamente "qué quiere de pincho" (si el cliente es foráneo se ahorra la pregunta). El concurso, al margen de ser un escaparate que temporalmente posiciona a quienes participan, solo genera algo más de un consumo de lo propio en un fin de semana de trampantojo, ya que se ilusiona al personal con unos pinchos fashion que desparecen al día siguiente de sus barras sin que se mantengan en su carta.

Aunque los organizadores no lo pretendan, el concurso (debería cambiar su nombre) produce otro efecto perverso y es que frente a esa forma tradicional de aperitivo más básico y gratuito se va introduciendo un cambio de idiosincrasia hacia una tapa más culinaria a un precio suplementario -cuando no ofertar directamente raciones–. Una modificación del buen tapeo abulense que era conocido y apreciado y que nada tiene que imitar, ni envidiar a otros territorios. Seguiré tapeando por los clásicos locales que mantienen la tradición, mientras Ávila espera paciente ser designada algún día "ciudad gastronómica".

ARCHIVADO EN: Ávila, Pinchos