Pasan los días y en un planeta que gira a velocidad ingobernable, los acontecimientos cotidianos, por trascendentes que sean, se olvidan en un santiamén. Esta sociedad superinformada en realidad está afectada por una amnesia selectiva espontánea, lo que lleva a una pérdida de sensibilidad y afecto hacia lo que está un poco más alejado de cada individuo.
Nos despertamos un día con el asesinato de los cooperantes que colaboraban con el cocinero español José Andrés, en la ONG World Central Kitchen. Terrible pérdida, pero es más espeluznante que haya tenido que suceder esa desgracia, esos asesinatos, para que despertemos. Alguien decidió que casi 34.000 muertes eran unos daños razonables por un ataque terrorista. Poco después de asesinados los cooperantes, la respuesta de Netanyahu fue: "así es la guerra", para añadir que, "no ha sido intencionado". Después conocimos la realidad, la ONG había comunicado su tránsito y destino. No hay disculpa, han atraído toda la atención, incluso de quienes aún tenían alguna duda. Cuando el primer ministro israelí califica de no intencionada esa matanza, asesinatos, ¿hemos de interpretar que los 34.000 muertos, de los que la tercera parte son niños y otros miles, personas vulnerables, sí es intencionado? ¿El genocidio del Holocausto justifica este otro genocidio?
Israel ha pasado de pueblo elegido, predestinado a la gloria, a ser el pueblo señalado por su indigno comportamiento fuera de todas las leyes internacionales. Cito a Finkelstein, autor de La industria del Holocausto, que escribió: "va siendo hora de que abramos nuestros corazones al sufrimiento del resto de la humanidad".
Israel y el mundo han visto la respuesta iraní tras el ataque a su consulado en Siria, atribuido a Israel pero no reconocido por los hebreos. Hubo muertos iraníes de alto rango, y la respuesta ha sido contenida, advertida, publicitada y de escaso impacto salvo diez heridos. Ahora, el mundo mira a un abismo donde puede sucederse un toma y daca tal vez descontrolado. ¿Será también moderada la respuesta de Israel? Si se mira a Gaza, hay dudas. El amigo americano es muy poderoso e Irán lo sabe. Israel pide permiso para actuar y sabemos que esto no ha acabado; algunos creemos que no acabará. Los que de esto entienden se preguntan: ¿qué hará China?
A las imágenes de destrucción y muerte en Gaza se añaden las de desprecio, allanamiento e indignidad que todo el planeta ha visto; la televisión israelí las ocultas, pero las redes sociales exhiben la bajeza de unos majaderos, transgresores de la intimidad de los desplazados, violando sus casas destruidas, y mostrando la indecencia y rapacería de soldados judíos. Pretenden los israelíes dejar ciego al mundo impidiendo que los periodistas, esos ojos que incomodan, informen. Ahí está el caso de Almudena Ariza, de TVE, amenazándola e impidiendo su trabajo. Ciento tres periodistas asesinados en Gaza en cinco meses.
La Alemania nazi ocultó a su pueblo la barbarie que ejecutaba pero todos se enteraron, aunque hubo quien se llamó andana. Aquí y ahora eso ya no es posible, nadie, ningún israelí puede alegar: "no la sabíamos"
Estados Unidos soporta las influencias del grupo de presión (lobby) judío, y aunque emite tenues señales de alarma, continúa facilitando armas y dinero al estado israelí; sigue trasfiriendo 3.500 millones de euros anuales, desde que así lo determinara Obama, la mayoría para "asistencia militar". Los americanos cumplen fielmente el evangelio de Mateo: que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha.
En 1957 el presidente estadounidense Eisenhower forzó a Israel a retirarse de un Sinaí ocupado con la connivencia de Francia y Reino Unido, el canal de Suez era la causa, mejor no llevar la contraria al presidente americano. Ahora encontramos a un Biden pacato, temeroso y muy pendiente del poder judío. Según Finkelstein, "La guerra de los Seis Días" de 1967 fue un punto de inflexión. Israel, por cuestiones geoestratégicas, empezó a tener más sentido para Estados Unidos, y aquel conflicto "modificó radicalmente el panorama"; es a partir de esa fecha cuando el Holocausto se incorporó a la vida judía estadounidense.
Hoy, envalentonados, saben quién guarda su espalda, y podrían cometer errores fatales, como el asesinato de los cooperantes de la ONG del español José Andrés, o el misil que acabó en Siria con militares iraníes; no olvidamos a los trabajadores muertos de UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, organismo vital para los palestinos. Después de casi 34.000 muertos; 75.000 heridos; el 80? por ciento de la población desplazada y 53.000 casas destruidas, ¿a qué espera el mundo para acabar con esta barbarie? Miedo da pensar como habría actuado Trump.
El 27 de marzo, Europa Press publica: "Una comisión del Parlamento israelí aprueba un proyecto de ley que contempla que los niños de entre doce y catorce años imputados por "terrorismo" puedan ser enviados a prisión, igual que los acusados mayores de edad".
Mandatarios de muchos países empiezan a tomar conciencia y manifiestan su pesar por la situación. En el suelo patrio aparece el expresidente Aznar negando la posibilidad de un Estado palestino, "porque no existe tal Estado", afirmó rotundo. Una sencilla pregunta: ¿Existía el Estado israelí el 13 de mayo de 1948?: No. Tuvo carta de naturaleza un día después, gracias a la ONU. ¿Sería aplicable aquí la afirmación de José María Aznar? Parece que este político va a contracorriente de su propio partido, y Ayuso se apunta.
Declaraciones y actitudes de personajes fuera de la realidad nada aportan a la convivencia, tampoco el silencio de muchos otros, ¿por miedo? En todo el mundo cunde el agotamiento y hartazgo. Cada vez es más evidente que las teocracias, los nacionalismos, los pueblos elegidos y los líderes iluminados no aguantan un mínimo cribado de los derechos humanos y la ética universal.