José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Una flor para un verano

26/07/2024

Lleva ya un mes largo, me suena raro desearles ahora un buen verano, estimados tres lectores. Pero es la última columna de la temporada y es lo que corresponde antes de dar a mi pluma merecido descanso.

Peleaba mi cabeza buscando un cierre hasta que ha ido a dar con un homenaje —no puede ser más estival— pendiente desde hace ya demasiado tiempo. En la antigua plazuela de San Pedro, hoy del Ejército, junto al blanco magnolio, el oasis de la Flor Valenciana une a los abulenses más que la Roja a los españoles. Sin peñas no hay fiestas, dicen; sin esta heladería no hay verano. El Instituto Meteorológico Nacional debiera de usar la apertura de sus puertas para inaugurar oficiosamente la temporada.

Tengo una teoría: la Flor es metáfora de lo que la ciudad debiera de ser. Tradición, pasado —casi centenario—, apego a las raíces y la familia. Pero también sabia evolución: inapreciable, pero con el empuje justo para saber adaptarse a los tiempos sin pretender adelantarlos, sin querer convertirse en aséptica cadena o vulgar franquicia, conociendo sus límites. Una empresa moderna, dinámica, envuelta en un barquillo de buen gusto y calidad. Caras jóvenes despachando lo artesano, sabores de siempre compartiendo cucharilla con propuestas originales —¡prueben el de palomitas!—, abuelos y nietos disfrutando juntos.

Además, y me alegra sobremanera, cada vez más frecuentada por el amplio colectivo inmigrante que aporta también a nuestra ciudad nuevos aromas. Nada une más que una costumbre compartida, un recuerdo común. Frente a una tarrina de cacahuete, chocolate y caramelo no hay color o raza, solo sonrisas cómplices. La Flor Valenciana es uno de los crisoles donde se funde el Ávila del mañana, helado de muchos sabores mezclando gran pasado y decidido presente.

Queda mucho 2024 por desenvolver. No sé si la generosidad de Pablo, justificada al no haberse leído ninguno de estos aburridísimos tostones que semanalmente les brindo, hará que nos volvamos a escribir y leer en otoño. En todo caso, será siempre bueno llegar a él con el estómago feliz y las ilusiones altas. Nos vemos en la Flor.